La presencia de Damián Quintero en Supervivientes 2025 está generando una oleada de opiniones divididas. Mientras parte de la audiencia admira su fortaleza física, su capacidad de resistencia y su perfil discreto, otros cuestionan su falta de empatía y su actitud distante con el resto del grupo. A pesar de que se salvó de la expulsión, su continuidad en el programa no ha disipado la controversia, y una psicóloga experta en personalidades de alto rendimiento ha lanzado una advertencia sobre el tipo de carácter que proyecta en televisión: uno que podría terminar pasándole factura.
1Información sobre Damián Quintero

Lejos de los perfiles emocionales o conciliadores que marcaron ediciones anteriores del reality, Damián encarna un nuevo modelo de concursante, más centrado en la estrategia y el rendimiento individual. La convivencia, que hasta ahora solía tener más peso que la competición pura, parece haber quedado relegada en esta edición. Este cambio se percibe claramente en cómo están actuando algunos participantes, entre ellos Damián y Pelayo Díaz, quienes han convertido su paso por la isla en una especie de ajedrez emocional, calculando cada movimiento con precisión casi quirúrgica.
La psicóloga Lara Ferreiro ha estudiado a fondo la personalidad de quienes, como Damián, han sido entrenados para competir al máximo nivel. Desde su punto de vista, el comportamiento del karateca en el concurso está profundamente marcado por su disciplina como deportista de élite. Según ella, Damián demuestra “constancia, hábitos marcados y una necesidad de destacar por encima del grupo”. Estas cualidades, tan valoradas en el ámbito deportivo, podrían sin embargo resultar perjudiciales en un entorno como Supervivientes, donde la empatía y la cooperación son fundamentales.
Ferreiro señala que Damián es “autosuficiente, poco flexible y con una tendencia al control” que le impide aceptar con facilidad visiones distintas a la suya. Esta rigidez mental, combinada con una personalidad más racional que emocional, le convierte en alguien que no conecta fácilmente con el sufrimiento de los demás. Esta desconexión emocional le resta puntos entre compañeros y audiencia, que en muchas ocasiones valora más la cercanía humana que la fuerza física. Si bien su perfil bajo le ayuda a evitar conflictos innecesarios, también podría hacerle parecer distante o incluso arrogante ante los ojos del espectador.