Llega el buen tiempo y con él, esas ganas irrefrenables de buscar el calor del sol, de sentir sus rayos en la piel como si fueran una caricia largamente esperada. Pero cuidado, que esta relación tan apetecible tiene su letra pequeña, y es que la OMS lleva años insistiendo en que una exposición solar sin control puede acarrear serios problemas para nuestra salud, mucho más allá de la simple quemadura. Es un runrún constante en los mentideros científicos y dermatológicos, una advertencia que, aunque conocida, a menudo pasamos por alto en cuanto vemos aparecer los primeros días de primavera con esa luz que invita a despojarse de capas y entregarse al astro rey sin miramientos.
No se trata de demonizar al sol, fuente indiscutible de vitamina D y de un estado de ánimo que tiende al alza con su presencia. Más bien, el quid de la cuestión radica en encontrar ese equilibrio dorado, esa dosis justa que nos permita disfrutar de sus beneficios sin pagar un peaje en forma de envejecimiento prematuro o, peor aún, de enfermedades cutáneas graves, y para ello es fundamental conocer las directrices que marcan los expertos. Entender cuánto tiempo podemos permitirnos ese placer sin barreras protectoras es clave, y no es una cifra mágica universal, sino una ecuación con variables tan importantes como el tipo de piel que tengamos y la intensidad de la radiación ultravioleta en cada momento, aspectos que la propia OMS considera cruciales.
5LA PROTECCIÓN SOLAR: EL ALIADO IMPRESCINDIBLE SEGÚN LA OMS

Una vez transcurrido ese brevísimo lapso de tiempo en el que, teóricamente y según las condiciones, podríamos exponernos sin protección para, por ejemplo, sintetizar vitamina D, la fotoprotección se vuelve innegociable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) es tajante al respecto: el uso de cremas solares de amplio espectro con un factor de protección solar (FPS) adecuado a nuestro fototipo y a la intensidad del IUV es fundamental, pero no es la única medida. Buscar la sombra, utilizar ropa que cubra la piel, sombreros de ala ancha y gafas de sol homologadas son complementos imprescindibles en esta estrategia defensiva.
Es importante recordar que la aplicación del protector solar debe ser generosa y repetida cada dos horas, o incluso más frecuentemente si hemos sudado o nos hemos bañado. Ningún fotoprotector ofrece una barrera total ni infalible, por lo que no deben utilizarse como una excusa para prolongar indefinidamente la exposición al sol, sino como una herramienta más dentro de un conjunto de hábitos responsables. La OMS insiste en que la mejor protección es una combinación inteligente de todas estas medidas, adaptadas siempre a las circunstancias individuales y ambientales, buscando un disfrute del sol que sea compatible con la salud de nuestra piel a corto, medio y largo plazo.