Llega el buen tiempo y con él, esas ganas irrefrenables de buscar el calor del sol, de sentir sus rayos en la piel como si fueran una caricia largamente esperada. Pero cuidado, que esta relación tan apetecible tiene su letra pequeña, y es que la OMS lleva años insistiendo en que una exposición solar sin control puede acarrear serios problemas para nuestra salud, mucho más allá de la simple quemadura. Es un runrún constante en los mentideros científicos y dermatológicos, una advertencia que, aunque conocida, a menudo pasamos por alto en cuanto vemos aparecer los primeros días de primavera con esa luz que invita a despojarse de capas y entregarse al astro rey sin miramientos.
No se trata de demonizar al sol, fuente indiscutible de vitamina D y de un estado de ánimo que tiende al alza con su presencia. Más bien, el quid de la cuestión radica en encontrar ese equilibrio dorado, esa dosis justa que nos permita disfrutar de sus beneficios sin pagar un peaje en forma de envejecimiento prematuro o, peor aún, de enfermedades cutáneas graves, y para ello es fundamental conocer las directrices que marcan los expertos. Entender cuánto tiempo podemos permitirnos ese placer sin barreras protectoras es clave, y no es una cifra mágica universal, sino una ecuación con variables tan importantes como el tipo de piel que tengamos y la intensidad de la radiación ultravioleta en cada momento, aspectos que la propia OMS considera cruciales.
1EL ÍNDICE UV, ESE GRAN DESCONOCIDO QUE MARCA LA PAUTA

Antes de lanzarnos a la bartola como si no hubiera un mañana, conviene echar un vistazo a un indicador que a menudo ignoramos: el Índice Ultravioleta, o IUV. Este numerito, que suele aparecer en las predicciones meteorológicas más completas, no es otra cosa que una medida de la intensidad de la radiación ultravioleta proveniente del sol que alcanza la superficie terrestre, y su escala va del 1 (bajo) al 11+ (extremadamente alto). Conocerlo es el primer paso para tomar decisiones informadas, ya que un IUV de 2 no entraña el mismo riesgo que uno de 8, una realidad que la OMS subraya constantemente en sus campañas de prevención.
La información sobre el IUV está más al alcance de nuestra mano de lo que podríamos pensar, y muchas aplicaciones móviles del tiempo ya lo incluyen de forma rutinaria, así como diversas páginas web de agencias meteorológicas. Este índice varía considerablemente no solo a lo largo del día, alcanzando sus picos más altos en las horas centrales, entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde aproximadamente, sino también según la estación del año, la latitud y la altitud, e incluso factores como la nubosidad o la reflexión de la luz en superficies como la nieve o la arena. Por tanto, fiarse únicamente de la sensación de calor puede ser un error de bulto con consecuencias indeseadas.