La existencia en «La Favorita» jamás fue un mero paseo, pero el curso de las cosas actuales semeja que la vida quiere poner a prueba hasta el último ápice de esfuerzo de los personajes. Lo que comenzó como un proyecto de cocina de altura se ha convertido en una montaña de experiencias donde cada solución esconde un nuevo contratiempo. Todos los involucrados, desde Elena y Julio hasta su resto de compañeros, tratan de mantener el barco a flote, pero las historias construidas por Bambú Producciones demuestran que el éxito no llega nunca sin sacrificio.
La última entrega mostraba, entre otras cosas, un desarrollo inesperado. Una de las jóvenes cocineras, Cecilia, podía estar ocultando un embarazo y el fantasma de Don Benito justificando la cuestión de las cajas de contrabando. Un encuentro afortunado con el actor más conocido de la época, Félix Montenegro, puede ser la pasadera de toda esta historia. Pero la mente de Elena tiene el mismo recorrido que su fidelidad hacia el restaurante cuando Julio termina por hacer desaparecer las últimas posibilidades de una historia de amor entre los dos.
1UN SECRETO QUE NO SE PUEDE OCULTAR

En La Favorita, el malestar que le producen los nervios de una cita no justifican tantas visitas al baño, y Elena también lo sabe. Desde hace un tiempo, desde hace unos días, pues, Cecilia viene sintiendo debilidad, pues no tiene fuerzas y está más pálida de lo habitual; con náuseas que tan solo tiene que atribuir a la tensión de su relación amorosa y con la ansiedad que le genera la misma.
Pero Lourdes y Elena no se dejan engañar tan fácilmente, ya que, eso lo perciben perfectamente: hay algo que no está diciendo, y todos los síntomas parecen apuntar a un posible embarazo. La tensión alcanza su clímax cuando Elena toma la decisión de ponerla contra las cuerdas, de interrogarla. «No es tan solo por los nervios, ¿verdad?», pregunta con preocupación y seguridad a la misma vez. Cecilia entra en duda, atrapada entre la monada y la vergüenza.
Y si está esperando un hijo, ¿cómo tiene que quedar el ya debilitado equipo del restaurante? Y lo más importante: ¿quién es el padre? Las sospechas se convierten en una pesada carga para el entorno del restaurante. Por un lado, Cecilia se esfuerza por mostrar su malestar, cuando las miradas cómplices de Lourdes y de Elena no pasan desapercibidas. «Huele a pescado en la cocina», susurra Roberto, siempre atento a cualquier grieta en el grupo.
Por otro lado, si el embarazo se confirmase, Cecilia podría verse obligada a dejar su puesto, dejando al grupo en una posición aún más vulnerada con respecto al exterior. El silencio de Cecilia es una muralla que caerá tarde o temprano. ¿Contará su verdad antes de que todo lo demás sea demasiado tarde? En una cocina en la que su sistema no perdona, un embarazo no deseado podría ser la mecha que encendería todo.