La mantequilla, ese básico que no suele dar pie a debate en la cesta de la compra, ha dejado de ser un producto anodino para convertirse en protagonista. Lo usamos sin pensar: untada en la tostada, fundida en la sartén, escondida en masas, bizcochos o salsas. Pero no todas las mantequillas son iguales, y lo que dice la OCU al respecto cambia las reglas del juego por completo.
Desde hace años, existe cierta preocupación por el contenido graso de este alimento. Sin embargo, ahora la conversación va mucho más allá. No se trata solo de si engorda o no. La clave está en su composición, su proceso de elaboración y su origen. Y ahí es donde el informe de la OCU aporta luz.
6El detalle que no se ve

Algo en lo que pocas personas se fijan y que la OCU ha remarcado en su análisis es el proceso de elaboración. La textura y la capacidad de untado no dependen solo de la receta, sino también de cómo se ha trabajado el producto. Si una mantequilla se funde demasiado rápido o se queda dura como una piedra en la nevera, no es buena señal.
Y eso también influye en el sabor. Una buena mantequilla debe tener cuerpo, pero sin ser pesada. Debe derretirse en la boca, no en las manos.