Los semáforos, esos postes luminosos que jalonan nuestras calles y avenidas, se han convertido en una parte tan intrínseca de la conducción urbana que apenas reparamos en ellos, salvo cuando el rojo nos detiene. Pero es precisamente en esos momentos de aparente calma, cuando la tentación de desviar la atención del volante se hace más fuerte, que la Dirección General de Tráfico, la DGT, agudiza su vigilancia para cazar a los infractores. No se trata de una leyenda urbana ni de una exageración; la tecnología y la determinación de este organismo para reducir la siniestralidad han convertido cada esquina con semáforo en un posible punto de control, y las multas pueden llegar sin previo aviso.
Y no hablamos solo de pasarse el disco en ámbar apurando, que también, sino de esas otras acciones que, aunque realizadas con el vehículo detenido, pueden acarrear una sanción económica considerable y la pérdida de puntos. Parece que la DGT ha decidido tomar cartas en el asunto, especialmente con aquellas conductas que, aunque breves, considera que merman la capacidad de reacción del conductor en un entorno tan dinámico como es la circulación. La sensación de estar parado no exime de la responsabilidad de mantener la atención plena en la conducción, un matiz que muchos conductores parecen olvidar con demasiada frecuencia.
4LA LETRA PEQUEÑA DE LA NORMATIVA: ¿QUÉ DICE EXACTAMENTE LA DGT?

El Reglamento General de Circulación, en el que se basa la DGT para imponer estas sanciones, establece la obligación del conductor de mantener en todo momento la atención permanente a la conducción. Aunque no se especifiquen todas y cada una de las acciones prohibidas, el artículo 18.1 es lo suficientemente amplio como para englobar cualquier actividad que distraiga al conductor, incluso con el coche parado en un semáforo. La interpretación de la DGT es que estar detenido forma parte del acto de conducir.
Así, cualquier comportamiento que impida mantener el campo de visión necesario, la atención constante o la posición adecuada al volante puede ser sancionable. La DGT subraya que no se trata de una caza de brujas, sino de aplicar el sentido común y la normativa vigente para garantizar la seguridad de todos los usuarios de la vía. La premisa de la DGT es que la conducción segura empieza por la concentración absoluta del que está a los mandos.