Una cosa está clara: cuando el sol aprieta, no basta con cualquier gafa. Y no solo por cuestión de estilo. La OCU lleva tiempo advirtiendo que unas gafas baratas, si no cumplen los mínimos de calidad, pueden acabar dañando tus ojos más que si no llevaras nada. Por eso, conviene mirar más allá del diseño y fijarse en lo que de verdad importa.
No se trata solo de pagar poco, sino de que ese gasto tenga sentido. ¿Qué significa que una gafa “protege”? ¿Por qué hay modelos que cuestan una fortuna y otros que no llegan ni a los diez euros? La OCU responde: lo fundamental es saber leer las etiquetas, entender qué materiales nos están ofreciendo y, sobre todo, verificar que tienen el filtro UV adecuado.
4Polarizadas sí, pero no siempre

Hay cierta obsesión con las lentes polarizadas. Y aunque tienen muchas ventajas, como reducir reflejos o mejorar el contraste, no siempre son la mejor opción. Según la OCU, hay momentos en los que pueden incluso dificultar la visión, como al mirar pantallas digitales o cristales tintados. Así que más que generalizar, lo ideal es tener claro para qué las vas a usar.
Por ejemplo, para conducir bajo el sol son una maravila, pero si pasas el día en una oficina con gafas polarizadas, quizás no te compensen. Una vez más, la clave está en saber para qué las necesitas. Y aquí es donde los consejos de la OCU marcan la diferencia entre acertar o no.