La atmósfera en el palacio de La Promesa ha adquirido una densidad fulminante, llena de murmullos y miradas furtivas; lo que en sus inicios era un misterio a la desaparición de Toño, ha convertido en una tormenta silenciosa, una tempestad silenciosa que puede barrerlo todo. La incertidumbre va desgastando las bases de la servidumbre y las tensiones entre los señores van creciendo hasta llegar al punto en que ya no hay retorno.
En esta penumbra, cada personaje lleva una máscara. Por su parte, Manuel se empeña en disimular su estado con un rostro optimista que pronto resulta ser de piedra, incluso sus sonrisas son talladas en piedra. Simona, por otro lado, no puede evitar mostrar angustia; el espectro de los errores pasados de su hijo ha vuelto por sus fueros. Y mientras tanto, en los pasillos más oscuros de la servidumbre, Rómulo demuestra que incluso los más leales pueden saber guardar oscuras sorpresas.
2JUEGOS DE IDENTIDADES EN LA PROMESA

La noche en el casino de Villalquino se convierte en una escena de peligro en La Promesa. Lope y Curro, disfrazados entre los jugadores, van observando con detención cada paso que da el supuesto mozo de cuadra. «No se comporta como un criado», hace un murmullo y observa Curro, que se da cuenta de cómo el hombre charla con gran confianza con un noble que ya es famoso por sus oscuras andanzas. La idea de que haya algo más que un simple robo les paraliza a ellos mismos.
El plan que se habían hecho era confrontarle, aunque ahora están en la duda. Lope, con los nudillos trémulos por apretar demasiado fuerte el vaso, le confiesa: «Si este fulano trabaja para alguien importante, nosotros somos unos simples peones sacrificables». Deciden seguirle en silencio, aunque ahora el impostor parece muy bien leerles la marcha.
Insólitamente, naufraga en la multitud, y deja atrás una carta, que tiene un dibujo en ella que Lope recuerda perfectamente: el mismo que había visto estampado en el documento ubicado en el escritorio de Rómulo. Dentro del palacio, la verdad los deja gélidos.
¿Está el mayordomo tramando desde el interior? «No podemos condenarlo sin tener pruebas», advierte Curro, pero Lope con sus ojos brillando de determinación responde: «Entonces, encontraremos las pruebas que demuestren eso, aunque tengamos que leer cada papel de su escritorio». El problema es que Rómulo no es un hombre que se pueda seguir sin riesgo. Un paso en falso y ambos acaban en la calle o algo peor.