El universo de Sueños de Libertad se alteran con un puñado de revelaciones que cambian las reglas del juego en su próximo capítulo. Aquello que fue el arranque de una lucha por el dominio de la fábrica de perfumes, ha derivado en un enfrentamiento por el alma de la familia De la Reina. Ángel Ruiz pone en claro la verdad sobre María y Don Pedro, e incluso, la propia Fina lanza un ultimátum a Marta, además de recriminarle anteponer el negocio a la relación.
Pero no son los únicos que deben enfrentarse a decisiones definitivas: Digna decide que es el momento de celebrar su boda hasta que llega la tragedia y Luis queda atónito cuando ve caer por completo su sueño profesional. En este capítulo de Sueños de Libertad, las alianzas caen, los secretos afloran y nadie sale indemne.
1LA ALIANZA OCULTA DE MARÍA Y DON PEDRO

Ángel Ruiz pone ante las luces del mundo y de Sueños de Libertad, su hallazgo del eslabón perdido que confirmaba lo que muchos temían: María con Don Pedro estaban ligados en la sombra. La noticia provoca el horror de Damián, pero esta vez se da la mano entre padre e hijo y Andrés no duda en secundar a su padre.
«La primera vez padre e hijo están en la misma orilla y el enemigo que tienen es el más peligroso después de todo lo que han vivido», asegura un espectador de la conversación. La respuesta del tribunal eclesiástico frente a la demanda de nulidad matrimonial se convierte en coronación del hecho de que María continúa sacando toda la artillería de la sombra como si Jesús nunca hubiera muerto.
La salida a la luz de este pacto sacude los cimientos de los Merino. Andrés, siempre escéptico ante las teorías de su padre, ya no puede negar las evidencias. «María no quiere sólo la fábrica; quiere borrar a los Merino de la historia», le confiesa a Begoña en un momento de cruda sinceridad.
Al mismo tiempo, Julia, la niña que María intenta tener un aliado, se regocija al quedarse en la casa con Begoña, dejando fuera de lugar a la villana. Es, sí, una derrota simbólica, pero es una derrota que duele más de lo que María está dispuesta a reconocer. Pero si hay algo que ha aprendido María a lo largo de los años es que a ella le gusta tener un as bajo la manga.
Mientras que Begoña y Andrés creen haberla acorralado, ella está ya anudando un nuevo plan. «No subestimen a una mujer que ha perdido todo, pues no tiene nada que perder», susurra en la semi-oscuridad de su habitación, atravesada por una sonrisa que pone la piel de gallina. El peligro no ha terminado, tan solo ha cambiado de forma. Y esta vez puede ser, de hecho, el más peligroso de todos.