A veces parece que el mundo está diseñado para mantenernos corriendo sin pausa. Trabajo, familia, compromisos. Todo se acumula. Sin embargo, hay algo curioso: las personas que admiramos, aquellas que alcanzan grandes metas, no viven atrapadas en ese torbellino. O al menos, no todo el tiempo.
Esas personas no tienen superpoderes, pero sí manejan su energía de un modo muy distinto al común. Cuando el estrés amenaza con colarse por todas partes, su reacción más efectiva no es hacer más… sino parar un momento.
5¿Y cómo se aplica esto cuando te sientes saturado?

La teoría suena bien, sí. Pero cuando uno está abrumado, cuesta. Lo que ayuda en esos momentos es recordarte que no necesitas resolverlo todo ya. Puedes elegir una sola cosa. Una tarea que alivie un poco la carga. Una conversación que despeje. Un gesto pequeño que te devuelva el foco.
Reducir el nivel de exigencia no es un fracaso, es autocuidado. Y es ahí donde el estrés empieza a perder terreno. Cuando en lugar de pelear con él, decides tratarte con amabilidad.