viernes, 9 mayo 2025

El ‘código secreto’ que revela si ese correo es un TIMO antes de abrirlo

La bandeja de entrada se ha convertido en un campo de minas digital, un torrente incesante de comunicaciones donde lo legítimo se mezcla con lo fraudulento de manera cada vez más sutil. Aprender a identificar el código secreto que delata un engaño es, hoy más que nunca, una habilidad esencial para la supervivencia online y para evitar disgustos que pueden ir desde lo meramente molesto hasta lo catastrófico en términos económicos o de privacidad. La avalancha diaria de mensajes nos obliga a estar permanentemente alerta, desarrollando un sexto sentido para discernir la paja del trigo.

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Los ciberdelincuentes, lejos de ser aficionados, emplean tácticas cada vez más depuradas, imitando con pasmosa habilidad la apariencia de entidades bancarias, servicios de paquetería o incluso organismos oficiales. La ingenuidad o la simple prisa pueden convertir un clic incauto en la puerta de entrada a un verdadero quebradero de cabeza, desde el robo de credenciales hasta la infección por malware, con consecuencias que van mucho más allá de lo meramente económico. Por ello, familiarizarse con las señales de alerta, esos indicios que componen el mencionado código secreto, es una inversión en nuestra tranquilidad y seguridad digital.

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EL BAILE DE MÁSCARAS DIGITAL: ENLACES QUE ESCONDEN TRAMPAS MORTALES

Fuente Pexels

Los enlaces insertados en el cuerpo del correo son, quizás, el vector de ataque más común y peligroso en los intentos de phishing y distribución de malware. Los estafadores son maestros en el arte del disfraz, haciendo que un enlace malicioso aparente dirigir a un sitio web legítimo y conocido, utilizando para ello desde el simple texto ancla engañoso hasta el uso de acortadores de URL que ocultan el destino final. La regla de oro es nunca hacer clic directamente en un enlace sospechoso; en su lugar, es vital pasar el cursor del ratón por encima del enlace (sin hacer clic) para que el navegador o cliente de correo muestre la URL real a la que dirige.

Otra técnica habitual es el uso de dominios muy similares a los originales, conocidos como «typosquatting» o «cybersquatting», donde se cambia una letra, se añade un carácter o se utiliza una extensión de dominio diferente (.com en lugar de .es, por ejemplo). Estos detalles, a menudo imperceptibles en una lectura rápida, son parte del código secreto que los delincuentes explotan para inducir al error. Verificar la URL de destino con sumo cuidado, incluso copiándola y pegándola en un bloc de notas para analizarla con detenimiento antes de acceder, puede marcar la diferencia entre mantener nuestros datos a salvo o caer en las redes del fraude.


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