La bandeja de entrada se ha convertido en un campo de minas digital, un torrente incesante de comunicaciones donde lo legítimo se mezcla con lo fraudulento de manera cada vez más sutil. Aprender a identificar el código secreto que delata un engaño es, hoy más que nunca, una habilidad esencial para la supervivencia online y para evitar disgustos que pueden ir desde lo meramente molesto hasta lo catastrófico en términos económicos o de privacidad. La avalancha diaria de mensajes nos obliga a estar permanentemente alerta, desarrollando un sexto sentido para discernir la paja del trigo.
Los ciberdelincuentes, lejos de ser aficionados, emplean tácticas cada vez más depuradas, imitando con pasmosa habilidad la apariencia de entidades bancarias, servicios de paquetería o incluso organismos oficiales. La ingenuidad o la simple prisa pueden convertir un clic incauto en la puerta de entrada a un verdadero quebradero de cabeza, desde el robo de credenciales hasta la infección por malware, con consecuencias que van mucho más allá de lo meramente económico. Por ello, familiarizarse con las señales de alerta, esos indicios que componen el mencionado código secreto, es una inversión en nuestra tranquilidad y seguridad digital.
2LA ANATOMÍA DEL ENGAÑO: CABECERAS DE CORREO AL DESCUBIERTO

Para los más avezados o cuando la duda persiste con especial intensidad, las cabeceras del correo electrónico ofrecen un tesoro de información técnica que puede desvelar el origen real del mensaje. Acceder a esta sección, normalmente oculta bajo opciones como «Mostrar original» o «Ver detalles del mensaje», nos permite rastrear la ruta que ha seguido el correo, identificando los servidores por los que ha pasado y las direcciones IP implicadas, lo cual puede ser un indicio claro si, por ejemplo, un supuesto banco español envía sus comunicaciones desde un servidor ubicado en un país exótico sin relación aparente. Este análisis es fundamental para comprender el verdadero código secreto de la procedencia.
Interpretar las cabeceras puede parecer una tarea hercúlea para el usuario medio, plagada de términos técnicos como «Received:», «Return-Path» o «Message-ID». Sin embargo, existen herramientas online que facilitan esta labor, analizando automáticamente estas cabeceras y presentando la información de forma más digerible, resaltando posibles anomalías o discrepancias. Con un poco de práctica, y apoyándose en estos recursos, se pueden detectar patrones sospechosos, como saltos ilógicos en la ruta del correo o la utilización de servidores conocidos por su vinculación con actividades de spam o phishing, lo que sin duda refuerza nuestra capacidad de detectar el engaño.