Ir al supermercado se ha convertido para muchas familias españolas en una especie de yincana semanal donde el objetivo principal es estirar cada euro al máximo. Todos buscamos la fórmula mágica para llenar la despensa sin vaciar la cartera, pero, ¡ojo!, no todo lo que reluce es oro, y algunas ofertas que parecen gangas pueden esconder una realidad menos amable, tal y como advierte la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) tras analizar diversas estrategias comerciales. Esta entidad, referente en la defensa de nuestros derechos como compradores, pone el foco sobre ciertas prácticas que, aunque legales, rozan lo engañoso y nos hacen creer que ahorramos cuando, en realidad, no es así o el beneficio es mínimo y viene con letra pequeña.
La sensación de haber sido más listos que el sistema al cazar una oferta irresistible es tentadora, pero la realidad que desvelan análisis pormenorizados es a menudo decepcionante. Hablamos de esos «chollos» que nos reciben en la entrada del establecimiento o que destacan en los folletos con colores llamativos y precios aparentemente imbatibles, productos diseñados más para atraer nuestra atención que para ofrecernos un valor real y duradero. Es fundamental desarrollar un ojo crítico y no dejarse llevar por el primer impulso, aprendiendo a descifrar qué hay detrás de esas promociones estrella que prometen ahorros sustanciales pero que, examinadas de cerca por entidades como la OCU, a veces resultan ser meros espejismos en el desierto del consumo.
1EL CANTO DE SIRENA DE LOS PRECIOS GANCHO: ¿AHORRO REAL O TRAMPA?

Los conocidos como «productos gancho» son una herramienta de marketing clásica y perfectamente legal que los supermercados utilizan con maestría para atraernos a su terreno. Se trata de artículos, a menudo de primera necesidad o de gran consumo, que se ofrecen a un precio excepcionalmente bajo, incluso por debajo del coste, con la clara intención de que una vez dentro del establecimiento llenemos el carro con otros productos que sí tienen márgenes de beneficio más elevados. El supuesto ahorro que obtenemos con el producto gancho se diluye, y a menudo se supera, con el gasto en el resto de la compra, una estrategia perfectamente calculada para incrementar el tique medio final.
El problema añadido, y que frecuentemente señalan desde la OCU, es que estos productos gancho no solo sirven como cebo, sino que en ocasiones su calidad deja bastante que desear o presentan formatos más pequeños de lo habitual. No es raro encontrar ofertas de aceite, leche o detergente a precios de derribo que, al compararlos con sus equivalentes de marca blanca o incluso de la misma marca en su formato estándar, revelan una calidad inferior o una cantidad reducida que relativiza enormemente el supuesto chollo. Es aquí donde la información y las comparativas independientes se vuelven cruciales para no caer en una trampa que juega con nuestra percepción del ahorro.