El universo de las compras por internet ha revolucionado nuestra forma de adquirir bienes y servicios, ofreciendo una comodidad y una rapidez impensables hace apenas unas décadas. Sin embargo, esta facilidad también ha abierto la puerta a nuevos riesgos, especialmente en lo que respecta a los métodos de pago, y aquí es donde la OCU, la Organización de Consumidores y Usuarios, juega un papel crucial al alertar sobre prácticas que pueden dejarnos completamente expuestos ante posibles fraudes. No todas las formas de enviar dinero online son iguales, y algunas, por muy directas o económicas que parezcan, carecen de las garantías mínimas que protegen nuestro bolsillo en caso de que las cosas se tuerzan.
La tentación de utilizar transferencias bancarias directas, especialmente entre particulares o para aprovechar supuestas gangas en plataformas de segunda mano, es comprensible por su inmediatez y la ausencia de comisiones aparentes. No obstante, es precisamente esta falta de intermediarios y de mecanismos de protección al comprador lo que las convierte en el caldo de cultivo perfecto para los estafadores, quienes se aprovechan de la confianza o la urgencia del comprador. Entender las advertencias, como las que frecuentemente emite la OCU, sobre estos métodos de pago no es una cuestión de tecnofobia, sino de pura prudencia financiera en un entorno digital donde los timos están a la orden del día y pueden vaciar nuestra cuenta corriente sin que apenas nos demos cuenta.
2¿POR QUÉ LAS TRANSFERENCIAS DIRECTAS SON UN COLADERO PARA TIMADORES?

Los estafadores conocen perfectamente las debilidades de cada sistema de pago y explotan aquellas que les ofrecen mayor impunidad, como es el caso de las transferencias directas. Su modus operandi suele implicar la creación de anuncios falsos con precios muy atractivos, la presión al comprador para que realice el pago de forma inmediata mediante transferencia bancaria, y la posterior desaparición una vez recibido el dinero, dejando al comprador sin el producto y sin posibilidad real de recuperar los fondos. Utilizan la supuesta urgencia de la venta o la existencia de otros compradores interesados como excusa para justificar la exigencia de este método de pago específico, sabiendo que es el que menos rastro y menos opciones de reclamación deja.
El principal problema radica en la ausencia total de mecanismos de protección al comprador en las transferencias bancarias estándar entre particulares. A diferencia de las compras realizadas con tarjeta de crédito, donde podemos solicitar una devolución de cargo (chargeback) al banco si el producto no llega o no se corresponde con lo descrito, o de plataformas como PayPal (en su modalidad de compra de bienes y servicios), que ofrecen programas de protección, la transferencia directa es un acto de fe en el vendedor, sin red de seguridad. La OCU subraya que esta falta de garantías convierte a los usuarios que optan por este método en víctimas fáciles, ya que la carga de la prueba y la persecución del fraude recaen casi exclusivamente sobre ellos, con escasas probabilidades de éxito.