Durante años, comer carne fue sinónimo de bienestar. En muchas casas, el domingo era día de guiso o asado, una forma de celebrar y reunir a la familia. Era casi una declaración de estabilidad. Comer carne no era solo llenar el plato, era llenar de orgullo la mesa. Pero los tiempos cambian, y hoy ese mismo alimento está rodeado de preguntas. Algunas tienen que ver con la salud, otras con el clima, otras con la ética. Y ahora también hay números que ponen orden en el debate.
Un estudio reciente ha arrojado una cifra concreta que puede sorprender a más de uno. Se trata de una recomendación clara: 255 gramos a la semana de carne blanca, como pollo o cerdo. Esa es la cantidad que los investigadores consideran segura para ti… y para el planeta. Porque sí, el modo en que elegimos comer carne afecta no solo a nuestro cuerpo, sino también a los recursos que compartimos.
4No hay una sola forma de hacerlo bien

Otra conclusión interesante es que no existe una única dieta perfecta. Hay varias formas de alimentarse que son saludables y sostenibles al mismo tiempo. Puedes optar por una dieta vegetariana, si te apetece. O por una pescetariana, si no quieres dejar el mar de lado. Incluso puedes seguir comer carne, pero en dosis pequeñas y razonables. Lo importante es el conjunto, el equilibrio global de tu alimentación.
Este tipo de enfoque es refrescante porque se aleja del discurso de «todo o nada». No hay que pertenecer a un grupo o a otro. Puedes ser tú mismo y adaptar tus hábitos sin sentir que estás haciendo algo mal. Y esa flexibilidad es clave si queremos que el cambio sea real, duradero y asumible por más gente.