Durante años, comer carne fue sinónimo de bienestar. En muchas casas, el domingo era día de guiso o asado, una forma de celebrar y reunir a la familia. Era casi una declaración de estabilidad. Comer carne no era solo llenar el plato, era llenar de orgullo la mesa. Pero los tiempos cambian, y hoy ese mismo alimento está rodeado de preguntas. Algunas tienen que ver con la salud, otras con el clima, otras con la ética. Y ahora también hay números que ponen orden en el debate.
Un estudio reciente ha arrojado una cifra concreta que puede sorprender a más de uno. Se trata de una recomendación clara: 255 gramos a la semana de carne blanca, como pollo o cerdo. Esa es la cantidad que los investigadores consideran segura para ti… y para el planeta. Porque sí, el modo en que elegimos comer carne afecta no solo a nuestro cuerpo, sino también a los recursos que compartimos.
2Comer carne tiene un coste oculto en el planeta

No es cuestión de demonizar un alimento que ha estado con nosotros desde hace siglos. Pero hay que reconocer que tiene un precio que muchas veces no se ve. Cada filete implica consumo de agua, emisión de gases contaminantes, uso de suelo. Y cuando se suma todo a escala global, el impacto se vuelve enorme.
Este estudio habla de «límites planetarios». Un término que suena tecnico, pero que básicamente quiere decir lo siguiente: hay un techo. Una línea que no deberíamos cruzar si queremos que la Tierra siga siendo habitable. Y resulta que comer carne en exceso nos empuja direct hacia ese límite. Especialmente si se trata de carne roja, como la de vaca o cordero, que es la que más contamina y menos sostenible resulta.