Durante años, comer carne fue sinónimo de bienestar. En muchas casas, el domingo era día de guiso o asado, una forma de celebrar y reunir a la familia. Era casi una declaración de estabilidad. Comer carne no era solo llenar el plato, era llenar de orgullo la mesa. Pero los tiempos cambian, y hoy ese mismo alimento está rodeado de preguntas. Algunas tienen que ver con la salud, otras con el clima, otras con la ética. Y ahora también hay números que ponen orden en el debate.
Un estudio reciente ha arrojado una cifra concreta que puede sorprender a más de uno. Se trata de una recomendación clara: 255 gramos a la semana de carne blanca, como pollo o cerdo. Esa es la cantidad que los investigadores consideran segura para ti… y para el planeta. Porque sí, el modo en que elegimos comer carne afecta no solo a nuestro cuerpo, sino también a los recursos que compartimos.
1Menos no significa nada: se trata de saber cuánto

Durante años, los mensajes sobre sostenibilidad se han limitado a frases vagas como «consume menos carne». Pero esa frase, aunque bien intencionada, dejaba muchas dudas. ¿Cuánto es menos? ¿De qué tipo? ¿A la semana o al mes? Por eso, este nuevo estudio ha decidido ir más allá. Y lo ha hecho poniendo un número sobre la mesa. No se trata de eliminar la carne del menú, sino de entender cuál es el punto de equilibrio.
Los 255 gramos semanales no son un capricho. Es una medida que nace del cruce entre salud humana y sostenibilidad ambiental. Si te paras a pensarlo, un simple paquete de pechuga de pollo del supermercado ya puede sobrepasar esa cifra. Y eso ayuda a tomar conciencia. Porque el problema no es solo comer carne, sino hacerlo sin darnos cuenta de cuánto y cómo comer carne.