La reciente visita de la reina Letizia a Panamá ha estado marcada por la emoción y el simbolismo, ya que ha supuesto el esperado reencuentro con la princesa Leonor tras cuatro meses de separación. Desde que los reyes Felipe y Letizia despidieron a su primogénita en Cádiz el pasado mes de enero, cuando embarcó en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano para comenzar su crucero de instrucción, madre e hija no se habían vuelto a ver. La previsión inicial era que no se encontrarían hasta el verano, una vez finalizara la travesía de formación. Sin embargo, doña Letizia no ha querido esperar tanto y ha cruzado el Atlántico en un viaje no oficial para compartir unos días con su hija en tierras panameñas, donde el barco ha hecho una parada.
1Una visita especial

La reina ha aprovechado esta escala para reencontrarse con la princesa de Asturias, y lo ha hecho en un contexto muy especial: una recepción oficial a bordo del Juan Sebastián de Elcano. El momento ha permitido comprobar cómo es la relación entre madre e hija en este nuevo contexto, marcado por la madurez y la creciente responsabilidad de Leonor. En cuanto Letizia ha subido a la embarcación, los gestos de cariño y atención de la heredera hacia su madre han sido evidentes. Lejos de cualquier frialdad protocolaria, Leonor ha mostrado una actitud cercana, cómplice y visiblemente afectuosa con la reina, demostrando no solo su felicidad por el reencuentro, sino también un notable sentido del deber al ejercer de anfitriona en su nuevo entorno.
La heredera ha estado pendiente de su madre en todo momento, guiándola por los rincones del buque que ahora considera su casa. Sus gestos, sus sonrisas constantes y las miradas de complicidad han sido prueba del vínculo que las une. Leonor lleva casi cuatro meses viviendo en el barco, participando en una intensa etapa de formación como parte de su instrucción militar. A pesar del cansancio que puedan implicar estas semanas de navegación y estudio, ha recibido a su madre con energía, serenidad y entusiasmo. Para muchos, este gesto ha servido para desmentir los rumores de distanciamiento o frialdad entre ambas, y ha sido interpretado como una muestra clara de admiración y afecto por parte de la princesa.
Durante la recepción, Leonor ha lucido el uniforme de gala de verano de la Armada por primera vez en un acto de estas características. Se trata de una chupa francesa blanca con botones dorados, pantalón negro y, en su caso, una lazada negra en lugar de la pajarita masculina. Además, ha llevado tres condecoraciones que reflejan su estatus como princesa de Asturias y futura jefa del Estado, distinciones que ha recibido en los últimos años. Esta imagen ha sido especialmente comentada, ya que simboliza el avance de Leonor en su formación militar y su integración en la vida institucional, cada vez más visible y simbólica.
Desde el puerto de llegada hasta el acto en el buque, la prensa panameña ha seguido cada paso de la visita. La periodista local Vivian Jiménez destacó el rostro de alegría de la reina Letizia cuando el barco estaba atracando en la Terminal de Cruceros. Según sus palabras, “la reina Letizia no podía contener la alegría por ver a su hija después de tanto tiempo”. Esa emoción se ha mantenido visible durante toda la jornada, en la que madre e hija han compartido momentos muy significativos, tanto personales como institucionales. Esta escala ha sido la oportunidad perfecta para que Letizia pudiera comprobar en persona los progresos de su hija y el ambiente en el que se está formando.