lunes, 5 mayo 2025

La Promesa se despide de uno de sus personajes favoritos

La Promesa trae una sorpresa en toda regla con una salida inesperada y una trágica despedida; uno de sus personajes más entrañables se despide en solo tres meses. La actriz gallega Melania Cruz, que encarnó a Ana Pellicer durante unos meses, le ha dicho adiós a la ficción histórica de TVE dejando un vacío difícil de afrontar.

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Su versión de una mujer que intenta recomponer los trozos de su familia resultó impactante, pero el destino —o guionistas— tienen otros planes para ella. Ana optó por la curación de las heridas, pero se encontró con una pared de rencor que, al final, marcó su corto, pero intenso recorrido en La Promesa.

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ANA PELLICER, UN PERSONAJE CON HERIDAS

La Promesa se despide de uno de sus personajes favoritos
Fuente: RTVE

Ana apareció en La Promesa como un torbellino de sentimientos reprimidos. Tenía claro lo que deseaba: recuperar el tiempo perdido junto a su hijo Santos y también reencontrarse con su esposo, Ricardo Pellicer. No obstante, el guion destina su camino a un rumbo lleno de impedimentos. «Ella no quería ser perdonada, quería comprensión; pero en un mundo de rencores donde esas cosas nunca son posibles, si no es quizás demasiado pedir», dice Cruz sobre la motivación de su personaje.

La frialdad de Ricardo ante la llegada de Ana determinó sin duda el tono del arco argumental de Ana. No hubo épicos reencuentros ni cálidas reconciliaciones, sino silencios difíciles y miradas pesadas de dolor. «Ana venía de un lugar muy oscuro, de una soledad que no podía entender nadie más», explica la intérprete. Esa forma de comportarse, vulnerable, pero bien definida, pasó a convertir a Ana en uno de los personajes más humanos de la serie.

Ahora bien, ¿por qué un personaje tan bien definido tiene que desaparecer tan pronto de la historia? «A veces las historias que más impactan son las que no terminan felizmente», apunta Cruz. Ana se va, sin haber cumplido su objetivo, pero dejando planteada la pregunta: ¿Realmente todo el mundo merece una segunda oportunidad?

La relación que establecieron Ana y Santos fue otra de las columnas emocionales en la que se basa su historia. A diferencia de Ricardo, el joven Imízcoz se comportó con su madre de una manera fastidiosa y se sentía como receloso; este conflicto generacional entre ambos personajes que lo dotó de profundidad. «Santos no sabía si quería odiar a su madre o abrazarla, y esa curiosidad reducía muchísima más la manera en la que se les podía explorar», explica Cruz.

Ana mantuvo su dignidad en el momento de la despedida. Se despidió sin lágrimas ni discursos grandilocuentes. Se fue como había llegado: en silencio, con su mochila de errores y esperanzas perdidas. Quizás por eso duele tanto su ausencia; porque su historia corresponde a tantas en la vida real que no se suele escribir de una manera última.

Los guionistas podrían haber optado por un final feliz, pero eligen el realismo. Ana no logra recomponer su familia, pero sí deja una semilla de cambio en cada uno de ellos. A veces, el amor no es suficiente para curar las heridas, y reconocerlo constituye una de las grandes virtudes de La Promesa.

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