Hay pocas cosas que arruinen más el final de un buen puente que un atasco interminable. Te has pasado días descansando, desconectando, viendo mar o campo, respirando algo que no sea ciudad… y de repente, cuando crees que aún te queda un último rato de tranquilidad, te encuentras metido en una fila de coches que no avanza. Ni para delante, ni para atrás. Y ahí estás, mirando el reloj, suspirando, imaginando lo bien que habría sido haber salido antes. O después. O simplemente no haberte confiado.
Pero aún estás a tiempo. Porque sí, hay formas de evitar el atasco, de regresar con calma, sin perder el buen sabor de boca de estos días. Solo hay que tener un poco de picardía, prestar atención a los detalles, y sobre todo, no hacer lo mismo que todo el mundo hace. A veces la clave está en pensar diferente, aunque solo sea media hora antes o una carretera alternativa más.
2La clave está en la salida, no solo en el camino

Muchas veces pensamos que lo importante es elegir bien la carretera. Pero lo cierto es que el momento de salida puede ser incluso más determinante. Si decides salir justo después de comer, cuando todo el mundo está haciendo lo mismo, las probabilidades de atasco suben como la espuma. En cambio, si te anticipas o te retrasas un poco, aunque solo sea una hora, todo cambia.
No necesitas madrugar como si fueras al aeropuerto, pero sí ser estratégico. A veces, salir a las cinco en vez de a las seis marca la diferencia entre un viaje fluido y una fila eterna de coches. Y lo mismo pasa si esperas a que se vacíen las vías antes de salir. El truco está en romper con el horario habitual, en desmarcarte del resto. Así es como se gana tiempo sin pisar el acelerador.