El salmón ahumado lleva tiempo siendo ese producto estrella que da un toque especial a la mesa. Versátil, sabroso, rápido. Lo encuentras en cualquier supermercado, en bandejas que prometen frescura y calidad. Pero justo cuando pensabas que sabías lo que estabas comprando, llega un estudio que cambia todo. Y no es un estudio cualquiera, es uno de esos que deja huella. La OCU ha puesto el foco, y lo que ha encontrado no va a gustarte.
Lo que parecía un alimento fiable y más o menos similar según la marca, en realidad esconde muchas diferencias. Diferencias que no siempre se notan al mirar el envase, pero que están ahí, en el sabor, la textura, la composición. Después de ver los resultados, seguir comprando las mismas marcas sin dudarlo va a ser más difícil. Porque la OCU ha puesto nombres y puntuaciones, y no todos salen bien parados.
6A veces, menos grasa no es sinónimo de mejor

Otro de los puntos clave en el análisis ha sido la composición grasa. Hay marcas que han sido penalizadas por tener un nivel de grasa superior al deseable. Pero también hay que matizar: el salmón, por naturaleza, es un pescado graso. Lo importante es el tipo de grasa, su proporción y cómo afecta al sabor y a la textura. La OCU no ha condenado la grasa en sí, sino su exceso.
Hay que entender bien qué implica esa valoración para no caer en interpretaciones erróneas. La grasa forma parte del sabor del salmón. Pero cuando está mal distribuida, cuando pesa demasiado en boca o se nota al tacto, pierde toda la gracia. La OCU ha afinado mucho ahí. Y ese tipo de precisión es lo que da valor a sus comparativas…