La ansiedad llega sin pedir permiso. A veces se cuela por una idea tonta, otras por una acumulación de cosas que ni siquiera sabías que te estaban afectando. Y cuando aparece, todo se acelera: el corazón, la respiración, los pensamientos. Parece que el cuerpo y la cabeza se desconectan, que no hay salida, que vas a perder el control. Pero no es así. Hay formas de recuperar el aire, de volver al centro, de cortar el ataque antes de que te arrastre.
Tú puedes frenarla, aunque no lo parezca. Puedes hacerlo sin que nadie lo note, sin irte de donde estás, sin tener que huir. La ansiedad no es un monstruo invencible, aunque lo sientas así en el momento. Lo importante es que aprendas a reconocerla y a responder. No desde el miedo, sino desde el conocimiento. Cuanto más entiendas tu ansiedad, menos poder tiene sobre ti.
5Aprender sobre lo que sientes te da poder

Puede que no sepas exactamente porqué tienes ansiedad. O puede que sí. En cualquier caso, aprender más sobre lo que te ocurre te pone en otra posición. Preguntar, leer, hablar con un profesional, todo eso suma. Cuando entiendes los mecanismos que se activan en tu cuerpo, dejas de sentirte a merced de ellos. Y eso cambia mucho.
Conocer tu ansiedad no significa justificarla, sino ponerle límites. Saber qué la dispara, qué la calma, qué la hace durar más… todo eso te convierte en protagonista de lo que sientes. Y aunque eso no la elimine por completo, te da margen de maniobra. Porque cuando sabes cómo actúa, puedes actuar tú también.