La ansiedad llega sin pedir permiso. A veces se cuela por una idea tonta, otras por una acumulación de cosas que ni siquiera sabías que te estaban afectando. Y cuando aparece, todo se acelera: el corazón, la respiración, los pensamientos. Parece que el cuerpo y la cabeza se desconectan, que no hay salida, que vas a perder el control. Pero no es así. Hay formas de recuperar el aire, de volver al centro, de cortar el ataque antes de que te arrastre.
Tú puedes frenarla, aunque no lo parezca. Puedes hacerlo sin que nadie lo note, sin irte de donde estás, sin tener que huir. La ansiedad no es un monstruo invencible, aunque lo sientas así en el momento. Lo importante es que aprendas a reconocerla y a responder. No desde el miedo, sino desde el conocimiento. Cuanto más entiendas tu ansiedad, menos poder tiene sobre ti.
4No dejes que te aísle, busca compañía

Uno de los mayores errores cuando aparece la ansiedad es encerrarte. Quedarte solo, rechazar planes, evitar conversaciones. Es comprensible, pero no ayuda. El contacto con los demás, aunque sea en forma de una charla breve, es un bálsamo. Y no necesitas hablar de lo que te pasa. A veces, solo estar cerca de alguien es suficiente para sentir que puedes volver al presente.
No se trata de rodearte de mucha gente, sino de no perder tus vínculos. Si alguien te ofrece salir a dar un paseo, acompáñalo. Si un amigo te escribe, responde. La ansiedad muchas veces se disfraza de apatía, de desgana, de deseo de estar solo. Pero cuanto más te aísles, más fácil será que se haga grande.. No le des ese espacio.