En el interior de Valle Salvaje, las sombras de lo no revelado se han ido extendiendo como raíces malas, aunque eso está a punto de terminar. A medida que la guerra entre Victoria y Mercedes avanza hacia un punto de no retorno, otra batalla -menos chistosa, pero igualmente inquietante- tiene lugar entre las paredes de la Casa Grande.
José Luis, el duque, se enfrenta a un dilema que podría transformar todo el futuro de su estirpe: la presencia de Raimunda, una mujer cuyo pasado entrelazado con el suyo podría hacer aflorar secretos muy escondidos. Pero en este valle, donde la lealtad va y viene como el viento, nadie es completamente inocente.
3EL AMOR DOMINA VALLE SALVAJE

Adriana ha sido testigo de cómo Úrsula se desliza en la vida de Rafael de una forma en la que parece tener todos los números para ganar la partida: lo que partía de una relación de amistad, por mor del amor y en vista del abandono de su proyecto de vida, se está transformando en una amenaza para sus esperanzas. En el amor, como en la guerra, ni el tiempo ni el no hacer, son los mejores caminos en este proceso que ha de llevarla a conseguir lo que quiere y que además no debe permitir que esa mujer pueda llegar a conseguir lo que ella misma persigue.
Por eso Adriana se decide a hacer un movimiento, sí, pero un movimiento valiente, a pesar de que eso la someta a su propia lucha. Úrsula no es tan ingenua como parece. Todo lo que hace, desde las sonrisas hasta las miradas de complicidad hacia Rafael, las quiere medir con cuidado. Julio, el único que parece entender su juego, no le dice nada, no le advierte de las intenciones de Úrsula, pero su mirada de advertencia a Adriana no es comprendida como lo sería uno de sus rasgos más característicos. En este arroz de la condición de verdad, la verdad podría resultar la primera víctima.
Mientras todo esto ocurría, Luisa no podía más con la montaña rusa emocional de Alejo. Su explosión no es un grito, es un ultimátum. “Te enfrentas a Isaac Pazos o perderás todo lo que has edificado”, le espeta sin creerse sus propias palabras, sabiendo que tal vez la está convenciendo con ese empujón que Alejo necesita. Pero la cosa no es tan sencilla. En Valle Salvaje, incluso la osadía puede tener sus consecuencias. Si se planta Alejo, ¿sabrá quién más se puede derrumbar?