Todos hemos sufrido alguna vez ese latigazo inesperado en mitad de la noche, un dolor agudo que nos despierta de golpe y nos deja la pierna o el pie agarrotado. Esos molestos calambres nocturnos son una faena, un intruso que perturba nuestro descanso y nos deja con una sensación de tensión muscular que puede durar horas. Buscamos soluciones rápidas, a veces recurriendo a estiramientos forzados o incluso a fármacos, sin saber que la respuesta podría estar en algo tan sencillo y natural como un mineral esencial que nuestro cuerpo necesita desesperadamente para funcionar correctamente, especialmente cuando cae el sol y los músculos deberían relajarse.
Hablamos del magnesio, un nutriente vital que interviene en cientos de procesos bioquímicos en nuestro organismo, siendo uno de los más importantes la regulación de la función muscular y nerviosa. A menudo subestimado, este mineral actúa como un relajante natural para las fibras musculares, ayudando a prevenir esas contracciones involuntarias y dolorosas que conocemos como calambres. La buena noticia es que no hace falta recurrir a complejos tratamientos; el magnesio se encuentra abundantemente en alimentos tan cotidianos y apetecibles como los frutos secos, las legumbres o incluso una onza de buen chocolate negro, demostrando que cuidar de nuestros músculos puede ser, además de saludable, un placer para el paladar.
3MÁS ALLÁ DE LAS PASTILLAS: FUENTES NATURALES DE MAGNESIO AL ALCANCE DE TODOS

Afortunadamente, la naturaleza nos ofrece una despensa repleta de magnesio, haciendo relativamente sencillo aumentar su consumo a través de la dieta. Los frutos secos son auténticas joyas nutricionales en este sentido; almendras, anacardos, nueces de Brasil y avellanas encabezan la lista, aportando una dosis significativa de magnesio en cada puñado. Las semillas, como las de calabaza, girasol o sésamo, no se quedan atrás y son fáciles de incorporar en ensaladas, yogures o batidos, enriqueciendo nuestros platos y nuestra salud muscular casi sin darnos cuenta.
Las legumbres, pilar fundamental de la dieta mediterránea, son otra fuente excelente y económica de magnesio; lentejas, garbanzos, alubias y guisantes deberían tener un lugar destacado en nuestro menú semanal. No podemos olvidar las verduras de hoja verde oscura, especialmente las espinacas y las acelgas, ni los cereales integrales como la avena o el arroz integral. Y para los amantes del dulce, una buena noticia: el chocolate negro, cuanto mayor sea el porcentaje de cacao, más magnesio contendrá, convirtiendo un pequeño capricho en un aliado inesperado contra los calambres.