miércoles, 30 abril 2025

La DGT te multa si usas este accesorio ‘inocente’ al volante, y es muy común

El asfalto es testigo silencioso de nuestras rutinas, prisas y, a veces, de decisiones que tomamos sin calibrar del todo sus consecuencias. Personalizar el coche se ha convertido en una extensión de nuestra propia identidad, una forma de hacerlo más nuestro, más cómodo o simplemente más vistoso, pero cuidado, porque la DGT vigila de cerca cualquier modificación que pueda comprometer la seguridad. Hay elementos que, bajo una apariencia inofensiva y extendida, esconden un riesgo real y, además, la posibilidad de una sanción económica que nos puede pillar totalmente desprevenidos, demostrando que no todo lo que reluce en el habitáculo es oro ni, sobre todo, seguro.

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Hablamos de un accesorio omnipresente en muchos vehículos que circulan por nuestras carreteras, un añadido que a menudo se elige por estética, para tapar el desgaste del material original o simplemente por una supuesta mejora en el confort. Sin embargo, la cruda realidad es que ciertas fundas para el volante, especialmente aquellas no homologadas y fabricadas con materiales deslizantes o de ajuste deficiente, representan un peligro tangible al reducir peligrosamente el control sobre la dirección del vehículo y, por ende, pueden ser motivo de multa. Lo que parece un simple toque personal puede convertirse en la antesala de un susto considerable o, peor aún, de un accidente evitable si hubiéramos priorizado la funcionalidad sobre la apariencia.

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MÁS ALLÁ DE LA MULTA: EL RIESGO REAL QUE NADIE QUIERE CORRER

Fuente Freepik

Centrarse únicamente en la posibilidad de recibir una multa de la DGT por llevar una funda inadecuada es quedarse en la superficie del problema, obviando la consecuencia más grave y potencialmente trágica: la implicación directa en un accidente de tráfico. Imaginemos una situación común: circulamos por una carretera secundaria, aparece un animal de repente, o un vehículo que invade nuestro carril, y necesitamos realizar una maniobra evasiva instantánea. En esa fracción de segundo, si nuestras manos resbalan sobre una funda deslizante, perderemos un tiempo precioso y una capacidad de giro vital, lo que puede marcar la diferencia entre un susto y una colisión con consecuencias imprevisibles. Este es el riesgo real que la DGT intenta mitigar.

Por tanto, la reflexión final va más allá del cumplimiento normativo o del temor a la sanción económica. Se trata de una cuestión de responsabilidad individual y colectiva, de entender que cada elemento del vehículo relacionado con su control tiene una función crítica que no debe ser alterada a la ligera por motivos estéticos o de supuesto confort. Antes de instalar cualquier accesorio, especialmente en el puesto de conducción, debemos preguntarnos si realmente aporta algo positivo o si, por el contrario, introduce un factor de riesgo innecesario, recordando que la seguridad al volante empieza por nosotros mismos y por las decisiones que tomamos sobre nuestro coche. La DGT nos recuerda constantemente que la prudencia y el respeto por las normas salvan vidas, y evitar accesorios peligrosos es una parte fundamental de esa prudencia.

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