El asfalto es testigo silencioso de nuestras rutinas, prisas y, a veces, de decisiones que tomamos sin calibrar del todo sus consecuencias. Personalizar el coche se ha convertido en una extensión de nuestra propia identidad, una forma de hacerlo más nuestro, más cómodo o simplemente más vistoso, pero cuidado, porque la DGT vigila de cerca cualquier modificación que pueda comprometer la seguridad. Hay elementos que, bajo una apariencia inofensiva y extendida, esconden un riesgo real y, además, la posibilidad de una sanción económica que nos puede pillar totalmente desprevenidos, demostrando que no todo lo que reluce en el habitáculo es oro ni, sobre todo, seguro.
Hablamos de un accesorio omnipresente en muchos vehículos que circulan por nuestras carreteras, un añadido que a menudo se elige por estética, para tapar el desgaste del material original o simplemente por una supuesta mejora en el confort. Sin embargo, la cruda realidad es que ciertas fundas para el volante, especialmente aquellas no homologadas y fabricadas con materiales deslizantes o de ajuste deficiente, representan un peligro tangible al reducir peligrosamente el control sobre la dirección del vehículo y, por ende, pueden ser motivo de multa. Lo que parece un simple toque personal puede convertirse en la antesala de un susto considerable o, peor aún, de un accidente evitable si hubiéramos priorizado la funcionalidad sobre la apariencia.
2LA TRAMPA ‘CUQUI’: CUANDO LO BONITO SALE CARO

La tentación de colocar una funda llamativa, quizás con colores vivos, un tacto aterciopelado o incluso personajes de dibujos animados, es comprensible para muchos conductores que buscan darle un aire diferente al interior de su coche. A menudo se perciben como una solución económica y rápida para ocultar el desgaste del volante original o simplemente para añadir un toque personal, sin pararse a pensar en las implicaciones que puede tener para la seguridad activa del vehículo. El problema reside en que muchas de estas fundas, especialmente las más baratas y de origen dudoso que inundan bazares y plataformas online, carecen de cualquier tipo de homologación y están fabricadas con materiales que comprometen seriamente el agarre.
El peligro real surge cuando necesitamos realizar una maniobra brusca: un volantazo para esquivar un imprevisto, una corrección rápida en una curva deslizante o simplemente al aparcar con rapidez. En esos momentos críticos, una funda que resbala, que no se ajusta perfectamente al diámetro del volante o que incluso gira sobre él, puede provocar una pérdida momentánea pero fatal del control del vehículo, convirtiendo un incidente menor en una situación de alto riesgo. La DGT sabe que un agarre deficiente se traduce directamente en una menor capacidad de reacción y precisión, factores clave para evitar accidentes, por lo que pone el foco en estos elementos que alteran las condiciones originales de manejo.