El apagón histórico que dejó a España sin luz durante horas fue uno de los eventos más desconcertantes que el país ha vivido en las últimas décadas. Mientras las ciudades y pueblos se sumían en la oscuridad, Ana Rosa Quintana, una de las voces más conocidas de la televisión española, decidía dar un paso al frente y contar en directo lo que había experimentado en primera persona. Fue una jornada de caos, incertidumbre y desconcierto, y la periodista compartió su visión sobre lo sucedido, haciendo eco de las emociones y frustraciones que muchos ciudadanos vivieron en ese mismo instante.
1El importante discurso de Ana Rosa Quintana

El programa de Ana Rosa, que arrancaba el martes con la luz aún escasa en muchas zonas de España, se convirtió en una de las principales fuentes de información para los ciudadanos. En un panorama donde las redes sociales y la televisión no estaban al alcance de todos, la radio fue el único medio que mantuvo a las personas conectadas con la actualidad. Según relataba la propia Quintana, en su barrio la luz no llegó hasta las diez y media de la noche. La situación, lejos de ser un hecho aislado, se repetía en muchas localidades, donde las familias estaban sumidas en la más absoluta incomunicación.
Con un transistor sin pilas, la presentadora se vio obligada a recurrir a la radio del coche como única fuente de información. «A mi barrio llegó a las diez y media de la noche. Tenía transistor pero no tenía pilas, pero siempre queda la radio del coche», relataba Ana Rosa, como una forma de explicar cómo los ciudadanos, y ella misma, se veían obligados a improvisar para poder estar al tanto de lo que sucedía. La falta de electricidad no solo paralizó las comunicaciones, sino que también colapsó los servicios básicos. En los supermercados, por ejemplo, las largas colas se hicieron evidentes, con productos como velas, agua y alimentos enlatados siendo los más demandados. «Con agua y con latas de sardinas de toda la vida. Porque ¿qué cenamos? Pues latas de sardinas«, confesaba, compartiendo su experiencia de una situación que muchos españoles vivieron de manera similar.
Ana Rosa Quintana, como muchos otros ciudadanos, se vio obligada a adaptarse a una realidad completamente inesperada. Los supermercados, al igual que otras tiendas, se vieron rápidamente desbordados, con estantes vacíos y una demanda incontrolada de productos básicos. La situación, lejos de ser temporal, se extendió por horas, haciendo casi imposible llevar a cabo una rutina normal. Mientras tanto, las familias se encontraban a la espera de que la electricidad volviera a sus hogares, con la esperanza de que el día siguiente pudiera empezar de una manera más organizada.