Dejar el coche aparcado en una calle con pendiente es una maniobra cotidiana para miles de conductores en España, tan habitual que a menudo la realizamos casi sin pensar. Sin embargo, un pequeño descuido en este gesto aparentemente trivial puede convertirse en una fuente de problemas serios, y la DGT es clara al respecto, recordándonos las consecuencias de la falta de atención. No hablamos solo de un posible susto o de daños materiales, sino también de una sanción económica que puede mermar nuestro bolsillo de forma inesperada y considerable, todo por no asegurar correctamente el vehículo contra el movimiento involuntario.
Ese gesto mecánico de tirar del freno de mano, a veces realizado con prisas o sin la firmeza necesaria, esconde una responsabilidad crucial para la seguridad vial y la convivencia en nuestras ciudades. La normativa de tráfico es taxativa en este punto, buscando prevenir situaciones de riesgo que, aunque no sean las más frecuentes, pueden tener efectos devastadores cuando ocurren. Comprender la importancia de este detalle y las implicaciones de obviarlo, tanto a nivel legal como práctico, es fundamental para evitar no solo la multa, sino también el profundo disgusto que puede acarrear ver nuestro coche desplazándose sin control cuesta abajo.
3MÁS ALLÁ DE LA MULTA: EL VERDADERO PELIGRO DE UN COCHE ‘SUELTO’

Si bien la multa de 200 euros es un argumento de peso, las consecuencias de no asegurar bien el coche en una cuesta van mucho más allá del impacto económico directo. El verdadero «disgusto», como apunta la advertencia, reside en el potencial destructivo de un vehículo que comienza a rodar sin control pendiente abajo, un proyectil de más de mil kilos capaz de causar daños materiales cuantiosos a otros coches aparcados, mobiliario urbano o incluso fachadas de edificios. La imagen de nuestro propio coche golpeando a otros o quedando destrozado contra un obstáculo es, sin duda, un escenario que nadie desea vivir.
Pero el riesgo más grave, y el que justifica plenamente la severidad de la norma y la insistencia de organismos como la DGT, es el peligro para la integridad física de las personas. Un coche descontrolado en una calle, aunque sea a baja velocidad inicial, puede atropellar a peatones o ciclistas que se encuentren en su trayectoria, provocando lesiones de diversa consideración o, en el peor de los casos, consecuencias fatales. La responsabilidad civil y penal derivada de un accidente de este tipo puede ser enorme, superando con creces cualquier sanción administrativa y dejando una marca imborrable en la vida del conductor responsable.