miércoles, 30 abril 2025

El alimento ‘prohibido’ número 1 si sufres de gota y no es la carne roja

El imaginario popular suele señalar con dedo acusador a ciertos alimentos cuando se habla de dolencias como la hiperuricemia. Pensamos casi instintivamente en copiosas comidas ricas en carnes rojas o mariscos, esos festines que asociamos a excesos y que, ciertamente, tienen su cuota de responsabilidad en el aumento del ácido úrico. Sin embargo, existe un ‘enemigo’ mucho más cotidiano y socialmente aceptado que encabeza la lista negra para quienes sufren de gota, un adversario disfrazado de refrescante y popular bebida que a menudo pasa desapercibido en las recomendaciones dietéticas más superficiales.

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La sorpresa para muchos llega al descubrir que no es un manjar sólido, sino líquido, el principal responsable de desencadenar esos dolorosos ataques que incapacitan las articulaciones. Hablamos de la cerveza, esa compañera inseparable de terrazas y aperitivos que, bajo su apariencia inocente, esconde una combinación particularmente perjudicial para los niveles de ácido úrico. Su doble impacto, aportando una cantidad significativa de purinas y dificultando su eliminación, la convierte en un factor de riesgo de primer orden, superando incluso a los sospechosos habituales en la dieta de quienes padecen esta condición metabólica.

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Fuente: Freepik

La mala fama de la carne roja en relación con la gota está bien documentada, y no es infundada, ya que contiene una cantidad considerable de purinas, esos compuestos que nuestro organismo descompone en ácido úrico. No obstante, el análisis detallado de la composición de la cerveza revela una verdad incómoda, su contenido en purinas por unidad de consumo puede ser incluso superior al de muchas carnes, especialmente si consideramos la cantidad que se suele ingerir en una reunión social. A esto se suma que las purinas presentes en la cerveza, particularmente la guanosina derivada de la levadura, parecen ser absorbidas y metabolizadas con especial rapidez por el cuerpo humano.

El quid de la cuestión reside no solo en la cantidad absoluta de purinas, sino en cómo interactúan con nuestro metabolismo y con otros factores asociados al consumo de esta bebida. Mientras que un filete puede formar parte de una comida más equilibrada que ralentice la absorción, la cerveza se consume a menudo sola o con aperitivos que no mitigan su efecto, llegando sus componentes directamente al torrente sanguíneo y al hígado, donde se inicia la producción de ácido úrico. Este impacto directo y rápido la convierte en un desencadenante más potente para un ataque agudo de gota.

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