Vivimos abrazados a la comodidad de lo inalámbrico, una red invisible que nos conecta al mundo desde el sofá, la cocina o incluso el jardín. Pero esa misma comodidad puede volverse en nuestra contra si no prestamos atención a los detalles, ya que una configuración incorrecta de nuestro Wi-Fi puede convertir nuestro hogar en un escaparate digital para ojos ajenos, comprometiendo nuestra privacidad de formas que apenas imaginamos. La tecnología avanza a pasos agigantados, y con ella, las artimañas de quienes buscan fisgonear o algo peor.
La seguridad de nuestra red doméstica no es un asunto baladí, aunque a menudo la releguemos a un segundo plano, eclipsada por la urgencia de conectarnos cuanto antes. El problema reside en que muchos dispositivos vienen con ajustes predeterminados pensados más para la facilidad de instalación que para la protección real, dejando puertas abiertas que cualquiera con un mínimo conocimiento técnico y malas intenciones puede aprovechar. Entender cómo funcionan estas vulnerabilidades y, sobre todo, cómo cerrarlas, es fundamental en la era de la hiperconectividad en la que estamos inmersos.
4BLINDANDO NUESTRO CASTILLO DIGITAL: PASOS PRÁCTICOS HACIA LA SEGURIDAD

La buena noticia es que reforzar la seguridad de nuestra red Wi-Fi está al alcance de cualquiera, sin necesidad de ser un experto en informática. El primer paso, absolutamente crucial, es cambiar las contraseñas por defecto: tanto la contraseña de acceso a la configuración del router como la contraseña de la propia red Wi-Fi (la que usamos para conectar nuestros dispositivos). Es vital elegir contraseñas robustas, combinando mayúsculas, minúsculas, números y símbolos, y que no sean fácilmente adivinables ni reutilizadas de otros servicios.
El segundo paso fundamental es acceder a la interfaz de configuración del router (normalmente a través de una dirección como 192.168.1.1 o similar en el navegador) y buscar la opción de WPS. Si no necesitamos esta función para conectar dispositivos habitualmente –la mayoría de las veces no es imprescindible–, lo más recomendable es desactivarla por completo, eliminando así la peligrosa puerta trasera que puede suponer el PIN de WPS incluso si tenemos una contraseña de Wi-Fi fuerte. Estos dos ajustes marcan una diferencia abismal en la seguridad de nuestro Wi-Fi doméstico.