Esa sensación persistente de hinchazón, esa pesadez abdominal que no parece corresponderse con lo que marca la báscula ni con los esfuerzos por mantener una dieta equilibrada, es una queja cada vez más común en la consulta del médico y en las conversaciones cotidianas. Muchos lo achacan directamente al exceso de grasa corporal o a esos kilos de más que se resisten a desaparecer, sin embargo, la causa podría ser mucho más sigilosa y encontrarse oculta en ingredientes que consumimos a diario, a menudo sin ser conscientes de su impacto real en nuestro organismo. Es hora de mirar más allá del espejo y adentrarnos en las complejidades de nuestra cesta de la compra y nuestra despensa.
La realidad es que ciertos componentes habituales en la alimentación moderna, lejos de contribuir directamente al aumento de peso visible, están generando una inflamación interna, un estado de irritación silenciosa que se manifiesta externamente con síntomas como la hinchazón, el malestar digestivo e incluso una sensación general de fatiga o falta de energía. El foco de atención se desvía así de la cantidad para centrarse en la calidad de lo que ingerimos, señalando directamente a unos sospechosos habituales presentes en multitud de productos procesados y en muchas cocinas: los aceites vegetales refinados, como los de girasol o maíz, cuyo impacto va mucho más allá de las calorías que aportan.
4ALTERNATIVAS SALUDABLES QUE SÍ CUIDAN DE TI: AOVE, COCO Y AGUACATE

Afortunadamente, existen alternativas mucho más interesantes desde el punto de vista nutricional y con un perfil lipídico más favorable para nuestra salud. El rey indiscutible en la dieta mediterránea es el Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE), rico en ácido oleico (un omega-9 monoinsaturado), polifenoles y antioxidantes con demostradas propiedades antiinflamatorias. El AOVE no solo no promueve la inflamación, sino que ayuda a combatirla, siendo una opción excelente tanto para consumir en crudo como para cocinar a temperaturas moderadas. Elegir un buen AOVE es invertir en salud y sabor, una grasa beneficiosa.
Otras opciones excelentes son el aceite de coco virgen y el aceite de aguacate. El aceite de coco, aunque rico en grasas saturadas, se compone principalmente de triglicéridos de cadena media (TCM), que se metabolizan de forma diferente a otras grasas y parecen tener efectos beneficiosos, además de ser muy estable al calor. El aceite de aguacate, similar al de oliva en su composición rica en grasas monoinsaturadas, es también una fuente de nutrientes y muy versátil en la cocina, soportando bien las altas temperaturas. Estas grasas saludables, lejos de ser un problema, son aliadas para reducir la inflamación interna y mejorar nuestro bienestar general, demostrando que no toda la grasa es igual. El control de la grasa ingerida debe ser inteligente.