Lo llaman la fragancia del tiempo, y es que todos terminamos ‘oliendo a viejo’ después de los 30 años. A medida que avanzamos en la vida, cada década trae consigo cambios significativos, no solo en nuestro cuerpo y mente, sino también en nuestra huella olfativa. A partir de los 30 años, un fenómeno intrigante comienza a manifestarse: el desarrollo del conocido ‘olor a viejo’.
9Cambios en la microbiota y su impacto en el olor

Uno de los momentos clave en la vida de una mujer es la menopausia, que puede desencadenar nuevos cambios en el cuerpo. En esta etapa, los cambios en la población de bacterias de la microbiota juegan un papel crucial. A diferencia de la adolescencia, donde el sudor es el principal actor, en la menopausia el olor corporal se ve más influenciado por alteraciones en la microbiota, el pH de la piel y la oxidación de los lípidos.
La microbiota, que se refiere a la comunidad de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo, puede cambiar significativamente con la edad. Estos cambios pueden afectar cómo se descomponen los compuestos en la piel, alterando así el olor corporal, dejándonos oliendo a viejo. La doctora Borrás señala que «aunque ambos procesos están relacionados con cambios hormonales, los factores que influyen en el olor durante la menopausia son diferentes a los de la adolescencia».