Lo llaman la fragancia del tiempo, y es que todos terminamos ‘oliendo a viejo’ después de los 30 años. A medida que avanzamos en la vida, cada década trae consigo cambios significativos, no solo en nuestro cuerpo y mente, sino también en nuestra huella olfativa. A partir de los 30 años, un fenómeno intrigante comienza a manifestarse: el desarrollo del conocido ‘olor a viejo’.
7Cambios fisiológicos y el impacto que nos deja oliendo a viejo

La doctora explica que el ‘kareishu’ se produce por varios factores relacionados con la edad, que incluyen:
- Alteraciones en las glándulas sudoríparas y sebáceas: con la edad, estas glándulas pueden volverse menos activas, lo que afecta la producción de sudor y aceites naturales en la piel.
- Cambios en la microbiota de la piel: la composición de las bacterias que habitan nuestra piel también se ve alterada con el tiempo, lo que puede influir en cómo se descomponen los compuestos que producen olor.
- Variaciones en los lípidos: los cambios en la composición lipídica de la piel pueden afectar la forma en que se perciben los olores.
- Fluctuaciones hormonales: a lo largo de los años, los niveles hormonales cambian, lo que puede influir en la producción de olores corporales.
- Estilo de vida: factores como la dieta, la actividad física y el consumo de sustancias también pueden tener un impacto significativo en nuestro aroma personal.