Los mercados emergentes de hoy no son los de ayer. Un nuevo orden mundial está tomando forma y promete ser una bendición para inversores en bonos de mercados emergentes. Se debe a cambios en la geopolítica global y la maduración de las economías emergentes, muchas de ellas ricas en recursos, el principal, la gente.
Christopher Preece, estratega macroeconómico y gestor de inversiones en Pictet AM habla en MERCA2 de los países emergentes y de cómo han cambiado los últimos años.
Una fuerza transformadora es la persistencia del efecto post-Muro de Berlín, cuando Europa del Este se abrió al comercio y China se convirtió a economía de mercado, con auge de la globalización, la cual, a pesar del pesimismo, no ha terminado. Pero China ha reemplazado a la Unión Soviética como contrapeso global a un Occidente liderado por EE.UU.
Con ello surgen riesgos geopolíticos parecidos a los de la Guerra Fría, con una tensa relación con Occidente, incluyendo imposición de aranceles. Ello hace más significativas otras economías emergentes como fuente de demanda de bienes y de recepción de flujos capital occidental.
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China ha sido vista las últimas décadas principalmente como fuente de bienes baratos. Pero ahora es centro de poder, el mayor contrapeso a Occidente desde la destrucción del imperio soviético. Causa tensiones, pero crea oportunidades. Así, la pandemia obligó a los Gobiernos occidentales a reconocer sus cadenas de suministro ligadas a China y lo poderosa que se había vuelto militar y económicamente. El impulso para reducir esta dependencia es una bendición para otras economías emergentes.

América Latina ya se ha beneficiado de la relocalización cercana de la producción. Además, las empresas chinas han trasladado parte de la producción al extranjero, sobre todo el sudeste asiático, para eludir barreras comerciales. Así que la inversión en la región ya no se ve desplazada por el gigante.
Muchos de estos países son ricos en recursos –como metales para la transición energética limpia y para aplicaciones militares y técnicas-. Quizá su recurso más importante es su gente. El envejecimiento y disminución de la población que los países desarrollados enfrentan no es problema en el mundo emergente, con excepciones como Corea del Sur y China. No se trata solo de mano de obra barata, sino el futuro del consumo y la innovación con la educación. Google, por ejemplo, está contratando personal en India para crear servicios que satisfagan las necesidades locales.
Política fiscal expansiva y dólar a la baja
Por su parte los Gobiernos de las economías desarrollados delegaron en los bancos centrales la tarea de estimular el crecimiento, con el foco en controlar la inflación, lo que impuso restricciones de gasto fiscal. Sin embargo tras la pandemia COVID el gasto público ha vuelto a ser herramienta clave de política económica y ahora el cometido de los bancos centrales es de fuerza estabilizadora.
El caso es que la forma en que los Gobiernos financien los déficits afectará a los flujos de inversión y tipo de cambio. Así, el dólar se verá presionado por el enorme doble déficit de EE.UU. -por cuenta corriente y presupuestario- y su dependencia del capital extranjero, con efectos indirectos positivos para las economías y activos de los mercados emergentes.
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De hecho, la política fiscal expansiva en economías avanzadas ha acabado con el estancamiento secular tras la Gran Crisis Financiera Mundial. Los incentivos se originan en presiones para satisfacer demandas sociales o competir internacionalmente con China en áreas estratégicas como infraestructura militar y política industrial.

La correspondiente carga de la deuda se está convirtiendo en una limitación, exacerbada por tipos de interés más altos, pero es poco probable que los Gobiernos vuelvan a la austeridad, al menos hasta que los mercados obliguen. Aunque hará que predominen los tipos de interés más altos, tratarán de mantener la deuda bajo control con crecimiento, lo que impulsará mayor gasto de capital y demanda de recursos y beneficiará a los productores de materias primas.
De todas formas, los Gobiernos altamente endeudados pueden adoptar un nuevo estilo de represión financiera, tratando de desbloquear el capital nacional, gran parte del cual se invierte en el extranjero, desproporcionadamente en EE.UU., mediante incentivos fiscales, legislación y marketing. Ello puede provocar la reversión de flujos de dinero que han favorecido el buen comportamiento de los activos estadounidenses y la fortaleza del dólar, lo que puede ser transformador para los activos de mercados emergentes como lugar de inversión y gasto de capital.
Menos probable que los emergentes experimenten turbulencias
Además actualmente es menos probable que las economías emergentes experimenten turbulencias de la magnitud de la crisis de deuda latinoamericana, crisis asiática o de la deuda rusa. En algunos aspectos, parecen más responsables que las desarrolladas. Así, la relación deuda/PIB en las desarrolladas ha pasado de 70 % en 2000 a 126 %, mientras que en las emergentes sólo de 47 % a 68 % y excluyendo China de 52 a 57 %. Ahora son menos vulnerables a la fuga de inversores.
En 2008, 81 % de la deuda soberana de mercados emergentes se emitió en moneda extranjera, principalmente dólares, pero en 2023 era 44 %. En la actualidad, la mayor parte de la deuda soberana de mercados emergentes se financia en moneda local. Estas economías han reducido dependencia del dólar y son menos sensibles a variaciones de tipos interés de EE.UU. y shocks externos.

Economías más maduras
A ello se añade que estas economías son más maduras, con mercados de capitales más sofisticados y ahorradores domésticos dispuestos a invertir en ellos. El crecimiento ha creado una clase media que busca donde invertir sus ahorros. Esta madurez también se debe a la disciplina de los Gobiernos, con bancos centrales independientes, regímenes de tipo de cambio flotante, reglas fiscales, creación de sistemas de pensiones públicos y privados e instituciones más sólidas.
Sus Gobiernos están alentando infraestructuras y los bancos de desarrollo financiándolas. Es el caso del Fondo Monetario Internacional en América Latina, el Banco Mundial o el Tesoro de los EE. UU. en África Occidental y los fondos soberanos de Oriente Medio.
Varias fases y largo plazo
Ahora bien, estas tendencias se desarrollan en varias fases a largo plazo. En algunas los inversores se verán recompensados por una mayor exposición a deuda soberana y empresarial de mercados emergentes. En otras convendrá ampliar la exposición a variaciones de tipos de interés en estos activos o a la rentabilidad a vencimiento de los bonos en moneda local.
Actualmente, la rentabilidad a vencimiento del activo «libre de riesgo» del mundo, los bonos del Tesoro de EE.UU. a diez años, debe reducirse con una menor inflación y a medida que la Reserva Federal comience a relajar su política monetaria, lo que ofrece un punto de entrada atractivo en deuda de mercados emergentes. Además la tenencia extranjera de deuda de mercados emergentes es escasa, sobre en moneda local y estas monedas están significativamente infravaloradas.
También hay que tener en cuenta que los bonos de mercados emergentes muestran bajas correlaciones con las principales clases de activos de renta fija, como bonos del Tesoro de EE.UU. y crédito grado de inversión, así como con la renta variable de EE.UU. Incluso la deuda soberana y empresarial en moneda fuerte y en moneda local de mercados emergentes están relativamente des correlacionadas entre sí. En cualquier caso, para navegar por este nuevo orden mundial es crucial la capacidad de asignar dinámicamente las inversiones en toda la gama de activos de los mercados emergentes.