jueves, 15 mayo 2025

La trama del atún rojo ilegal está en el punto de mira: la patronal pesquera pide una decisión firme de la Justicia

La industria pesquera española se encuentra en el ojo del huracán tras el reciente auto judicial que propone juzgar a ocho personas y doce empresas por una presunta trama de blanqueo de capturas ilegales y comercio fraudulento de atún rojo. Este caso, conocido como operación ‘Tarantelo’, ha destapado una red que supuestamente introducía anualmente en España más de 3,5 millones de kilos de atún rojo ilegal, generando beneficios ilícitos de aproximadamente 25 millones de euros al año. La magnitud de este escándalo ha provocado una fuerte reacción en el sector pesquero y ha puesto de manifiesto la necesidad de reforzar los controles y la transparencia en la industria.

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La Confederación Española de Pesca (Cepesca) ha alzado la voz solicitando firmeza al tribunal que juzgará este caso, considerando estas conductas como inadmisibles no solo para el sector pesquero, sino también para la reputación internacional de la comercialización y restauración española. El ministro de Pesca, Luis Planas, también ha intervenido en el asunto, exigiendo respeto y contundencia en la investigación, al tiempo que defiende la integridad del sector pesquero en su conjunto. Este caso pone de relieve la importancia de las medidas de ordenación y control adoptadas en los últimos años, que han permitido destapar esta presunta trama de fraude a gran escala.

El alcance de la trama y sus implicaciones legales

La investigación llevada a cabo por la Guardia Civil ha revelado un entramado complejo que involucra a importantes actores del sector pesquero español. Entre los investigados se encuentran responsables del Grupo Pescnortmar y del Grupo Ricardo Fuentes, este último considerado el mayor exportador de atún rojo a nivel mundial. La jueza María Tardón Olmos, del Juzgado Central de Instrucción número 3 de Madrid, ha propuesto seguir las diligencias por los trámites del Procedimiento Abreviado, considerando que los hechos pueden ser constitutivos de hasta siete delitos.

Los delitos que se imputan a los investigados abarcan un amplio espectro de infracciones, incluyendo falsedad documental, delitos contra la salud pública, contra la fauna, contra los derechos de los consumidores, descubrimiento y revelación de secretos, participación en organización criminal y blanqueo de capitales. Esta variedad de cargos refleja la complejidad y gravedad de las actividades presuntamente llevadas a cabo por la red criminal, que no solo afectaban al mercado y la competencia leal, sino que también ponían en riesgo la salud de los consumidores.

El modus operandi de la organización, según se detalla en el auto judicial, consistía en mezclar actividades legales con prácticas irregulares, introduciendo en el mercado atún rojo pescado ilegalmente. Para ello, se valían de la omisión o falsificación de la documentación requerida para la captura y comercialización del producto. Esta estrategia de confusión deliberada entre el atún de procedencia lícita e ilícita dificultaba la detección del fraude por parte de las autoridades.

Impacto en la salud pública y en la reputación del sector

Uno de los aspectos más alarmantes de este caso es el riesgo para la salud pública que suponían las prácticas de la organización criminal. La investigación ha sacado a la luz las pésimas condiciones de salubridad en las que se encontraban las instalaciones utilizadas por los investigados. Además, se ha constatado que durante el transporte, el género no cumplía con las mínimas condiciones de higiene requeridas para productos alimenticios, como el aislamiento en contenedores herméticos o debidamente protegidos.

La gravedad de la situación se acentúa con la revelación de que parte de los ejemplares de atún rojo se encontraban en mal estado para el consumo humano. La organización, presuntamente, recurría a prácticas como la inyección de aditivos para dar una apariencia de frescura a los atunes en mal estado, poniendo en grave peligro la salud de los consumidores. Esta manipulación no solo constituye un fraude comercial, sino que representa una seria amenaza para la seguridad alimentaria.

El impacto de este escándalo en la reputación del sector pesquero español es considerable. La industria pesquera, caracterizada por sus esfuerzos continuos para implantar las mejores prácticas en su actividad, se ve ahora cuestionada por las acciones de unos pocos. Cepesca, consciente de la gravedad de la situación, se ha personado como acusación popular en la causa, reafirmando su compromiso con la promoción de una pesca sostenible y responsable, así como con la lucha contra la pesca ilegal.

Este caso pone de manifiesto la importancia de reforzar los sistemas de control y trazabilidad en la industria pesquera. La incapacidad para rastrear el origen, el tiempo de sacrificio y las condiciones de transporte de los atunes comercializados por la red criminal evidencia las brechas existentes en los sistemas de seguimiento actuales. Es fundamental que el sector y las autoridades trabajen conjuntamente para implementar medidas más efectivas que garanticen la transparencia y la legalidad en toda la cadena de suministro del atún rojo y otros productos pesqueros de alta gama.


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