Sin duda alguna, uno de los partidos más emocionantes en lo que va de la Eurocopa 2024 fue el Portugal vs. Eslovenia por los octavos de final. En este enfrentamiento, que se decidió por penaltis, Cristiano Ronaldo fue protagonista tanto por lo bueno como por lo malo. Sin embargo, uno de los aspectos más destacados que nos dejó este duelo tiene que ver con lo que el astro portugués usa en una de sus muñecas.
Y es que Whoop, compañía especializada en tecnología dirigida al deporte, por medio de su pulsera logró medir la frecuencia cardíaca de Cristiano Ronaldo durante todo el partido, dejando en evidencia cómo se comportó este apartado en diferentes momentos del encuentro.
1Cristiano Ronaldo y Whoop
La pulsera de Whoop es un dispositivo de fitness portátil único en su especie, cuya función principal consiste en el monitoreo continuo de datos fisiológicos, tales como la frecuencia cardíaca y los niveles de oxígeno en la sangre, por ejemplo.
De un tiempo hacia acá, ha sido posible percibir que Cristiano Ronaldo es uno de los muchos atletas que utiliza este mecanismo para optimizar su rendimiento en el campo de juego, pues debajo de la cinta blanca que utiliza en su muñeca izquierda durante los partidos se encuentra la pulsera de Whoop.
Pues bien, teniendo claro lo anterior, vamos con los datos proporcionados por la compañía fabricante del dispositivo acerca de la variabilidad de la frecuencia cardíaca de El Bicho durante su partido más reciente: según Whoop, cuando el capitán portugués erró el lanzamiento desde el punto penalti en el primer tiempo de la prórroga, su corazón alcanzó la segunda frecuencia más alta durante el enfrentamiento, con 150 latidos por minuto, reflejando así la tensión y frustración del jugador en un momento como este.
Por otra parte, cuando Cristiano Ronaldo se volvió a parar en frente de Jan Oblak desde los doce pasos en la tanda de penaltis, sus pulsaciones bajaron de los 100 latidos por minuto; y sí que le funcionó la autorregulación, pues aquel lanzamiento terminó dentro. Por último, el clímax definitivo de la frecuencia cardíaca del astro portugués tuvo lugar cuando su compañero, Bernardo Silva, convirtió el último y decisivo penalti para avanzar de ronda, punto en el que su corazón llegó hasta los 170 latidos por minuto.