Contener -no detener- el calentamiento global va a ser difícil, doloroso y, sobre todo, caro. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha cifrado en 4,5 billones de dólares (aproximadamente 4,2 billones de euros al cambio actual) la inversión necesaria en energías limpias para cumplir el objetivo mínimo de limitar la subida de las temperaturas a 1,5º y minimizar las consecuencias del cambio climático. Con todo, la agencia es optimista respecto al abandono progresivo de los combustibles fósiles, condición sine equa non para no fracasar en esta tarea.
UN DECÁLOGO DE LA ENERGÍA PARA SALVARNOS A TODOS
Durante una reunión mantenida en París el 13 y 14 de febrero, los ministros de energía de la organización consensuaron un compendio de medidas imprescindibles para que la humanidad evite una derrota cataclísmica en una lucha en la que ya es imposible la victoria total. Además de la billonaria inyección económica en la transición a formas ‘verdes’ de generación -que debe ser financiada tanto por el sector público como por el privado- el comunicado de la AIE enumera otros 45 empeños a abordar, entre los que destacan los siguientes:
- Proseguir la sistemática reducción del peso de los combustibles fósiles en la generación energética global «de una forma justa, ordenada y equitativa».
- Triplicar la capacidad mundial de energía renovable y duplicar la tasa media mundial anual de mejora de la eficiencia energética para 2030, en línea con las directrices contenidas en el informe Hoja de ruta hacia el cero neto de la AIE.
- Garantizar los máximos estándares de seguridad en la generación nuclear, fuente energética apoyada por la agencia como necesaria para alcanzar los objetivos climáticos.
- Desarrollar nuevas tecnologías de energía limpia y acelerar el despliegue de las ya existentes, como el hidrógeno ‘verde’ y el amoníaco.
- Impulsar la financiación e institucionalización de las iniciativas científicas e investigativas en este ámbito.
- Unir fuerzas con los gobiernos nacionales para descarbonizar las cadenas de suministro, poniendo especial énfasis en la reducción de las emisiones de gas metano.
- Acelerar la descarbonización de la industria como condición indispensable para «mantener al alcance el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5º».
- Apoyar a los gobiernos en el avance de «las transiciones energéticas centradas en las personas», garantizando la inclusión con un enfoque en habilidades, trabajos decentes, protección de los trabajadores, oportunidades de liderazgo y desarrollo social y económico, con la meta de mejorar la calidad de vida de la población.
- Promover la igualdad de género en el desarrollo del trabajo necesario para alcanzar los propósitos climáticos, aprovechando el talento y las capacidades de todos los colectivos sociales.
- Actuar en defensa de la seguridad del suministro energético ante «la utilización de la energía como arma por parte de Rusia».
El encuentro de París sirvió para subrayar los severos efectos del cambio climático, ya presentes en el escenario mundial: «Desde sequías intensificadas hasta el deshielo de los polos, pasando por inundaciones devastadoras y tormentas catastróficas, la realidad del cambio climático es innegable y requiere acciones contundentes», advierte el comunicado de la AIE.
LA DEMANDA DE PETRÓLEO PERDERÁ FUERZA, SEGÚN LA AIE
El 15 de febrero, apenas un día después del final de la conferencia parisina, la Agencia Internacional de la Energía hizo público su boletín mensual, en el que lanza un vaticinio favorable para las metas climáticas tratadas en la reunión: el mercado de petróleo registrará en 2024 una desaceleración del crecimiento de la demanda de crudo, que aumentará prácticamente a la mitad del ritmo que en 2023.
El consumo mundial de petróleo, dice el estudio, crecerá en 1,2 millones de barriles por día (mb/d) en 2024, frente al incremento de 2,3 mb/d durante 2023. De esta manera, se producirá un exceso de oferta, puesto que el crudo puesto a disposición de los consumidores alcanzará un récord de 103,8 millones de barriles al día (mb/d), frente a una previsión de demanda de unos 103 mb/d.
El informe de la AIE remarca que la seguridad del abastecimiento global de crudo se verá beneficiada gracias a la producción de países como Estados Unidos y Guyana, que no están afectados por los recortes y dictados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Este año se producirá un exceso de oferta de petróleo, puesto que el crudo puesto a disposición de los consumidores alcanzará un récord de 103,8 millones de barriles al día, frente a una previsión de demanda de unos 103 millones
«La fase de crecimiento expansivo pospandemia de la demanda mundial de petróleo ha llegado en gran medida a su fin», resume la AIE, después de que el crecimiento de la demanda de crudo se frenase un 36% en el cuarto trimestre de 2023 respecto de los tres meses anteriores como consecuencia del menor consumo de China.
«La desaceleración cobrará fuerza en 2024, y se pronostica que el crecimiento de la demanda mundial de petróleo alcanzará un promedio de 1,2 mb/d, sólo la mitad de la sólida expansión del año pasado», destaca la agencia, señalando que, al igual que en 2023, las ganancias estarán dominadas por China y, en menor medida, India y Brasil, que asumirán el 78% del aumento esperado.
De su lado, la AIE anticipa que la mayor oferta mundial de petróleo en 2024, encabezada por Estados Unidos, Brasil, Guyana y Canadá, «debería eclipsar con creces el aumento esperado de la demanda mundial», con un aumento de 1,7 mb/d del suministro mundial de petróleo en 2024, con una aportación a este crecimiento del 95% en el caso de los países no pertenecientes a la OPEP+.