La localidad de Ronda, situada en la provincia de Málaga, es uno de esos enclaves andaluces que cautivan al visitante nada más poner un pie en sus adoquinadas calles. Su famoso Puente Nuevo, que se alza majestuoso sobre la garganta del Tajo, es una imagen icónica que ha dado la vuelta al mundo, mientras que la Plaza de Toros de Ronda, considerada una de las más antiguas y monumentales de España, es otra parada ineludible para los amantes de la historia y la tauromaquia. No obstante, Ronda es mucho más que estos emblemas. Abundan los secretos y las joyas menos conocidas que muchos transeúntes pasan por alto, pero que sin duda merecen ser explorados.
Como periodista digital con tres décadas de experiencia y conocedor de la pujanza turística de España, me he propuesto ir más allá de los lugares comunes. Descubriremos esos rincones ocultos que hacen de Ronda un destino inagotable para el espíritu aventurero y aquellos que buscan la esencia pura de Andalucía. Los secretos que desplegaremos, desde curiosidades históricas hasta tesoros arquitectónicos, ponen de manifiesto que Ronda es una caja de sorpresas sin fondo. Vamos a desvelar algunas de estas maravillas, para que en tu próxima visita, puedas ir más allá del puente y la plaza de toros y sumergirte en la profundidad de un legado que sorprende a cada paso.
TESOROS OCULTOS EN CADA RINCÓN
No se necesitan habilidades de detective para descubrir en Ronda lugares que, aunque menos publicitados, son auténticos tesoros cargados de historia y belleza. Uno de ellos es la Casa del Rey Moro, que a pesar de su nombre fue construida en el siglo XVIII. Dentro de esta, se encuentra la Mina de agua, una escalera de 231 peldaños que desciende por el interior de la roca hasta el río Guadalevín. Las vistas desde estos confines son sencillamente espectaculares y nos brindan un panorama diferente de esta ciudad esculpida por la naturaleza y la historia.
Realizando un pequeño paseo por las calles empedradas nos topamos con el Palacio de Mondragón, que alberga el Museo de Ronda. Este palacio es una mezcla sublime de la arquitectura renacentista y elementos mudéjares que nos hablan del pasado opulento de la ciudad. Los jardines y patios internos son un remanso de paz, y nos cuentan una historia silenciosa sobre los distintos pueblos que han habitado estas tierras.
Pero hay más, el barrio de San Francisco, ubicado fuera de las murallas de la ciudad, es un lugar repleto de encanto, con un carácter distinto al centro histórico. Aquí pueden encontrarse joyas como la Puerta de Almocábar y la Iglesia de San Francisco, cada una con su propia narrativa y atractivo único. Estos son espacios que invitan a la reflexión y al disfrute de una Ronda más auténtica y tal vez, más personal.
Continúa el descubrimiento y nos encontramos con los Baños Árabes, entre los mejor conservados de España. Estos testigos de siglos pasados, se encuentran en el barrio de San Miguel y ofrecen una ventana al entendimiento del día a día y las costumbres de quienes vivieron en Ronda durante la época andalusí. Visitarlos es realizar un viaje en el tiempo a un pasado que sigue muy vivo en el presente de la ciudad.
CUANDO LA HISTORIA COBRA VIDA
La historia de Ronda es rica y compleja, con capítulos que se despliegan a lo largo de épocas romanas, árabes, cristianas y modernas. Un paseo por el casco antiguo nos permite apreciar la arquitectura y los detalles que nos hablan de esos periodos tan distintos entre sí. La evocadora Muralla de la ciudadela y las puertas que aún se mantienen en pie, como la puerta de la Cijara, nos hacen imaginar cómo era la vida en aquel entonces, cuando Ronda era un baluarte defensivo codiciado por las distintas civilizaciones.
No podemos pasar por alto la influencia árabe que se respira en cada esquina del antiguo barrio de la ciudad, la Medina, donde encontramos tesoros como la Casa Don Bosco. Esta casona, que destaca por sus jardines y por las vistas que ofrece al Tajo, nos enseña la elegancia y la riqueza de la burguesía rondeña de principios del siglo XX. Está llena de ambientes que nos transportan a la época, y que invitan a contemplar la fusión cultural que enmarca la historia de Ronda.
Por otro lado, la influencia religiosa no es menor, y en Ronda puedes encontrar numerosas iglesias y capillas que parecen surgir una tras otra mientras deambulamos por sus laberínticos callejones. La Colegiata de Santa María la Mayor es un ejemplo perfecto de esta amalgama cultural, con su mezcla de estilos gótico, renacentista y barroco, fusionando belleza e historia en un recinto que es, en sí mismo, un libro abierto.
No podíamos terminar esta sección sin hablar del Arco de Felipe V y el Convento de Santo Domingo, ubicado justo al lado del Puente Nuevo. La belleza de este arco y el contexto histórico que le envuelve, sumado a la importancia del convento en la historia de la ciudad, son muestra de que Ronda no sólo es famosa por su tajo y su plaza de toros; su legado histórico es mucho más profundo y está impregnado en cada uno de sus monumentos.
UNA CULTURA QUE SE DEGUSTA
Si algo complementa a la perfección la visita a un lugar, es poder degustar su gastronomía local. En Ronda, este aspecto cultural no decepciona a propios ni a extraños. La cocina rondeña es un reflejo más de su historia, donde convergen productos de la serranía y recetas que han pasado de generación en generación. La fusión de culturas que ha vivido la ciudad también ha dejado su marca en las ollas y sartenes de sus cocinas.
Los platos más característicos de la zona invitan a sentarse y a disfrutar de un momento gastronómico único. La carne de caza, protagonista en muchos menús, es sólo un ejemplo de la riqueza culinaria de Ronda. No podemos olvidar las sopas como el gazpacho serrano, o los guisos con productos de la tierra, que son una deliciosa forma de entender la historia local.
Además, la cultura del vino es fuerte en Ronda. La ciudad cuenta con varias bodegas que producen vinos de gran calidad, gracias a la peculiaridad de su clima y suelo. Una visita a estas bodegas no solo es interesante por los conocimientos que se adquieren sobre la viticultura, sino también por el placer de saborear vinos con identidad propia, creaciones que nacen de una tierra con una larga tradición en la elaboración de este elixir.
Y no termina ahí, ya que cada taberna y restaurante en Ronda tiene una historia que contar. Ya sea en la disposición de sus mesas, en el trato cercano y familiar que se recibe o en cada bocado que se degusta, la cultura de Ronda se hace palpable y, sin duda alguna, se saborea en cada esquina. Como colofón a nuestra visita, qué mejor que disfrutar de un buen plato rondeño como broche de oro para una experiencia que trasciende la mera visita turística para convertirse en un verdadero encuentro con la esencia de un lugar.
LEYENDAS URBANAS Y CURIOSIDADES RONDEÑAS
Ronda es un lugar donde la realidad a menudo se entrelaza con el mito, resultado de siglos de tradiciones y relatos pasados de generación en generación. Las leyendas urbanas tienen aquí un papel protagonista, como la historia de la cautiva de la Casa del Rey Moro y su supuesto escape por la mina de agua, un drama humano tejido en el telar de la historia que cobija la ciudad. O la leyenda del ala escondida del Palacio de Mondragón, presuntamente cerrada tras un incidente trágico, que aún impregna de misterio este edificio emblemático.
Además, Ronda es cuna de anécdotas singulares; una de ellas es el hecho de que es la ciudad donde se celebró la primera corrida de toros moderna, estableciendo las reglas que aún se siguen en la tauromaquia. Este y otros eventos curiosos, como festividades antiguas que aún perviven, son relatos que cualquier rondeño compartirá con orgullo y que añaden color a la experiencia del visitante.
LA VOZ DE LOS ARTESANOS
Más allá de su arquitectura e historia, Ronda vibra con el pulso de sus artesanos, herederos de técnicas centenarias que perviven en el tiempo. Paseando por las estrechas calles, nos encontramos con talleres donde se molda el cuero con la misma destreza de antaño, se forjan herrajes como se hacía en los talleres de la Ronda medieval, y se sigue confeccionando la artesanía del esparto, un material humilde que ha dado forma a todo, desde calzado hasta elementos de decoración.
La cerámica rondeña es otro ejemplo de cómo la artesanía sigue siendo un hilo conductor en la historia de la ciudad. Con sus diseños inspirados en la naturaleza y el legado andalusí, cada pieza es un tributo a la tierra y sus influencias culturales. Los alfareros de Ronda no solo venden sus productos; ellos narran, a través de sus obras, una parte de la historia de la ciudad que no se encuentra escrita en los libros pero que se conserva en las formas y colores de su cerámica.
EL ESPECTÁCULO DE LA NATURALEZA
No se puede hablar de Ronda sin hacer referencia a su entorno natural, un espectáculo que se despliega en 360 grados alrededor de la ciudad. Las vistas desde el Puente Nuevo, con sus acantilados y el río Guadalevín fluyendo a sus pies, son apenas un preámbulo de lo que la Serranía de Ronda ofrece a los amantes de la naturaleza. Espacios como el Parque Natural Sierra de Grazalema o la Reserva de la Biosfera Sierra de las Nieves, son ejemplos de la riqueza ecológica que rodea la ciudad.
Para los aficionados al senderismo, los caminos que se adentran por estos parajes son una invitación constante a descubrir. Cada ruta revela paisajes de ensueño, como los bosques de pinsapos, una especie de abeto milenario y exclusivo de esta parte del mundo, o las cuevas y simas que sugieren un mundo subterráneo tan fascinante como el que se encuentra a plena luz. La naturaleza en Ronda no es solo un marco, es un actor principal que envuelve cada experiencia y que se ha entrelazado con la vida de sus habitantes.Con la inclusión de estos ángulos adicionales, el artículo se enriquece mostrando una Ronda multifacética, una ciudad que ofrece mucho más que lo que se puede esperar a simple vista. La Ronda que descansa en la bruma de la leyenda, la que palpita en el trabajo de sus artesanos y la que se enorgullece de su imponente naturaleza. Cada uno de estos aspectos aporta al visitante una visión más completa y emocionante, una que seguramente será recordada mucho después de haber dejado atrás sus puentes y plazas.