El déficit de competitividad de Europa podría agravarse en la nueva era geoeconómica que ha comenzado, según la consultora McKinsey & Company, que sostiene que esto se podría evitar si los responsables políticos y las empresas impulsasen juntos una serie de cambios en ámbitos como la innovación, la energía o las cadenas de suministro.
Según un nuevo análisis del McKinsey Global Institute (MGI), titulado ‘Acelerando Europa: competitividad para una nueva era’, la economía europea y sus empresas están posicionadas para la nueva era geoeconómica, pero necesitan tomar medidas para acelerar la competitividad y el crecimiento.
Massimo Giordano, socio principal de McKinsey y socio director de McKinsey Europa, considera que «Europa tiene mucho de lo que enorgullecerse», ya que «es líder mundial en sostenibilidad e inclusión y alberga empresas emblemáticas de alto crecimiento y rentabilidad en casi todos los sectores».
Sin embargo, ha advertido de que «todo eso podría ponerse en peligro» si la región no aborda sus problemas de competitividad «en un mundo que cambia rápidamente».
La consultora, que señala que la renta per cápita europea es un 27% inferior a la de Estados Unidos, afirma que esa brecha se puede cerrar si el viejo continente acelera su crecimiento haciéndose más competitivo a escala mundial. Esto «determinará su capacidad para desbloquear el crecimiento futuro al tiempo, preservando al mismo tiempo su modelo de sostenibilidad e inclusión sin parangón», dice el informe.
ESTÁN EN JUEGO ENTRE 500.000 Y UN BILLÓN DE EUROS ANUALES
El socio principal de McKinsey y presidente del MGI, Sven Smit, ha explicado que «la competitividad de Europa se ha basado en gran medida en su excelencia industrial, pero ahora una nueva era geoeconómica está creando fuerzas que ponen de relieve nuevas fragilidades».
«Si no se abordan, de aquí a 2030 podrían estar en juego entre 500.000 y 1 billón de euros anuales de valor añadido europeo, lo que podría socavar el sólido historial del continente en materia de sostenibilidad e inclusión», ha precisado. Estas cifras equivalen a entre tres y seis veces la inversión anual incremental necesaria para alcanzar la huella de carbono cero.
Tras examinar los resultados de 1.000 empresas europeas y evaluar el impacto que las perturbaciones pueden tener en los diferentes sectores, los autores del informe han identificado retos de competitividad en siete dimensiones clave: innovación, energía, cadenas de suministro, capital, talento, tamaño y competencia y mercados.
Con respecto a la innovación, el estudio indica que la aceleración de la disrupción tecnológica supone un desafío para el modelo industrial tradicional europeo, que necesita ponerse al día en algunas tecnologías.
Asimismo, el nuevo contexto internacional, marcado por la invasión rusa de Ucrania, ha puesto de manifiesto los riesgos que conlleva para Europa no tener autonomía energética y depender de unos pocos países exportadores. También supone un problema el creciente coste del capital, que ha expuesto los bajos niveles de rendimiento en Europa y las diferencias con Estados Unidos en las cifras de inversión.
El informe señala que, en relación con las cadenas de suministro, las crecientes tensiones geopolíticas están afectando a las relaciones comerciales de Europa, y que la adaptación a los cambios que se están produciendo en el mercado laboral se complica con las normas europeas vigentes.
Por último, existen retos de competitividad en lo que se refiere al tamaño de las empresas, que tienen dificultades para crecer en un momento en que esto resulta clave, y a la competencia y los mercados, ya que gobiernos como los de Estados Unidos y China están reintroduciendo o incrementando los aranceles y haciendo una política industrial más activa.
AGENDA COMÚN DE RESPONSABLES POLÍTICOS Y EMPRESAS
Ante este panorama, Solveigh Hieronimus, socia sénior de McKinsey y miembro del Consejo del McKinsey Global Institute, cree que «ha llegado el momento de que los responsables políticos y los líderes empresariales europeos colaboren y elaboren una agenda audaz e integrada para acelerar la competitividad y el crecimiento» del continente.
Con este fin, el informe propone duplicar el gasto público y privado relacionado con la innovación en Europa –en áreas como la inteligencia artificial–, por ejemplo, aumentando la contratación precomercial conjunta; y tomar medidas para que la región diversifique y desarrolle fuentes de energía propias que garanticen un suministro suficiente a la mitad del precio actual.
Además,´, por ejemplo, mediante normas favorables a las empresas y una política industrial específica.
Respecto a las cadenas de suministro, el MGI apuesta por potenciar su diversificación y resiliencia y por buscar nuevas fuentes de suministros en territorio europeo para asegurar la disponibilidad de una serie de materiales estratégicos. Y, en el ámbito laboral, defiende que Europa puede convertirse en líder mundial en adopción de tecnología si acelera la recualificación, la rotación laboral y la atracción de talento, incluyendo la aplicación de los principios de flexiguridad.
Finalmente, la consultora apunta que se podría duplicar el tamaño medio de las empresas líderes introduciendo un «28º régimen» de normas empresariales comunes de la Unión Europea, más simplificadas, al que las compañías pudieran sumarse voluntariamente, y que Europa debe redefinir sus normas sobre los mercados y la competencia para poder competir eficazmente en el futuro.