Las probabilidades de sufrir un cáncer de piel a lo largo de nuestra vida son muy altas, por encima del 25% según algunos estudios. El tumor de este tipo más peligroso es el melanoma, ya que es el más agresivo y puede provocar metástasis. Representa el 4% de los tumores malignos de piel.
Por otro lado, los tipos de cáncer de piel más frecuentes son los epiteliomas basocelulares o espinocelulares. Como explica la doctora Eugenia Cutillas, jefa de Dermatología de Quirónsalud Murcia, el epitelioma espinocelular es el que provoca la mayoría de las muertes por cáncer de piel, ya que a pesar de ser menos agresivo que el melanoma, es mucho más frecuente.
Entre los tratamientos de los que se dispone para tratar este tipo de tumores hay técnicas no quirúrgicas como, entre otras, la terapia fotodinámica, la crioterapia o las cremas anticancerosas. Pero, en muchos casos, hay que recurrir a la cirugía. Existe una técnica quirúrgica, la cirugía de Mohs, que ha demostrado ser la más efectiva y la más segura. Aunque no debe utilizarse en todos los casos.
¿Qué es la cirugía de Mohs?
Se trata de una técnica quirúrgica altamente precisa, que fue desarrollada por el doctor Frederic E. Mohs en la década de 1930. Proporciona una tasa muy alta de curación del tumor, en torno al 97-99%.
La cirugía de Mohs, o cirugía con control microscópico, es una técnica de muy alta eficacia que se utiliza para extirpar el cáncer de piel. Aunque, como veremos, presenta ventajas a diversos niveles, la principal razón de su uso es minimizar las posibilidades de que el tumor se reproduzca. El cáncer de piel presenta “raíces” que se extienden, además de hacia otras zonas de la piel, hacia nervios, vasos sanguíneos o cartílago. Por eso, puede ocurrir que aparentemente haya sido extirpado y, sin embargo, aparezca de nuevo.
La técnica de la cirugía micrográfica de Mohs consiste en que el dermatólogo extirpa el tumor visible y una fina capa de tejido adicional. El tejido extirpado se prepara para ser examinado por un patólogo. Si queda tumor en los bordes de las piezas examinadas, hay que seguir operando. El proceso se repite cuantas veces sea necesario. Cuando los bordes de las muestras están “limpios”, se cierra y se inicia la reconstrucción postquirúrgica.
Como explica el doctor Ricardo Ruiz, dermatólogo y director de la Clínica Dermatológica Internacional, el patólogo es el que dirige la cirugía, ya que se encarga de localizar las zonas con tumor residual y de indicar al cirujano en qué zona debe de seguir extirpando.
¿En qué casos es la mejor opción?
Esta técnica se usa habitualmente en el tratamiento de los tipos de cáncer de piel más frecuentes, los carcinomas basocelulares y espinocelulares; al carcinoma espinocelular también se le denomina carcinoma epidermoide.
Pero la cirugía de Mosh es especialmente útil cuando el cáncer de piel presenta algunas circunstancias concretas. Una de ellas es la necesidad de preservar la mayor cantidad posible de tejido sano. Por ejemplo, en las manos, los pies, los genitales y zonas de la cara: alrededor de la nariz, los ojos o la boca. Hay que tener en cuenta, además, que este tipo de tumores se presenta habitualmente en zonas del cuerpo expuestas al sol, especialmente en la cara.
Pero la cirugía de Mosh también resulta de gran interés en los carcinomas grandes o agresivos, y en los recurrentes, es decir, aquellos que vuelven a aparecer tras un tratamiento previo. Al ser un procedimiento muy preciso, también es una técnica muy interesante si el cáncer tiene bordes muy difíciles de definir.
Ventajas de usar la cirugía de Mosh
Una de las principales ventajas de la cirugía de Mosh es su seguridad. Es un tipo de cirugía ambulatoria que, en principio, no requiere el uso de anestesia general. En general, esta cirugía no presenta riesgos, y tan solo puede aparecer alguna complicación poco frecuente como entumecimiento o picazón.
Las ventajas estéticas son clara consecuencia del procedimiento que se ha explicado, ya que esta técnica solo elimina el tejido estrictamente necesario. Esto, en una zona como la cara, es de gran importancia.
Y, obviamente, hay que volver a insistir en la principal ventaja: el resultado desde un punto de vista oncológico, con una tasa de curación altísima. La operación, explica el doctor Ricardo Ruiz, puede durar desde una hora a cinco horas, dependiendo de las veces que la biopsia sea positiva y haya que seguir interviniendo. Pero una vez ha terminado, añade, te vas de la clínica con el carcinoma extirpado.