Cuando el Real Madrid devolvió la ‘manita’ al Barcelona de Guardiola con un ‘hat-trick’ de Zamorano

El Real Madrid se vengó de la humillación sufrida en el Camp Nou ante el Barcelona menos de un año después de que los azulgranas les saludaran con una manita (5-0). La goleada del 8 de enero de 1994 se repitió el 7 de enero de 1995, pero esta vez el puñetazo lo dio el Madrid. Iván Zamorano marcó los tres primeros goles de un partido que terminó con cinco goles del Real y ninguno del Barça.  Una de las imágenes del choque fue la del delantero azulgrana Romario, muerto de frío y aburrimiento, en el banquillo. Teka lucía en la camiseta del Real Madrid y Kappa era el sponsor técnico del Barça.

EL REAL MADRID SE VENGA

El Real Madrid había goleado al Valladolid y llegó líder al partido con el Barcelona. Un choque en pleno invierno, con mucho frío, y unas 100.000 personas en el estadio Santiago Bernabéu. El Madrid jugó con Buyo, Quique Sánchez Flores, Hierro, Sanchis, Lasa; Milla, Luis Enrique, Amavisca, Laudrup; Raúl (Mártín Vázquez, minutos 64 y Zamorano (Alfonso, minuto 77). Mientras, el Barcelona puso en liza a  Busquets; Ferrer, Abelardo, Koeman, Sergi; Guardiola (Nadal, min. 67), Eskurza, Bakero (Romario, min. 48), Amor, Hagi y Stoichkov.

El encuentro se resolvió en la primera parte. A los cinco minutos el Madrid marcó el primer gol. En una jugada con varios pases de combinación, el mediapunta Laudrup da un pase cerca del área a Raúl, la pelota rebota y le llega ya dentro a Iván Zamorano,  que con la zurda realiza un disparo brutal que entra por la escuadra.

En el minuto 21 El portero del Barcelona Busquets, padre de Sergio Busquets, el que fuera centrocampista del Barça y de la selección española, hace un saque en largo que le llega a Amavisca. El cántabro la pone por arriba y pilla a la defensa azulgrana tirando tarde el fuera de juego, lo que aprovechó el chileno Zamorano para controlar controlar con la derecha, ganar la posición y definir con calidad en el mano a mano con el guardameta. Corría el minuto 31 y ya pesaba el 2-0, una carga que ya resultó imposible cuando 9 minutos después, en el 40, Michael Laudrup se cobró su particular venganza. Laudrup, un jugador que no era un gran luchador -su función, como bien dijo Zamorano “Ya corremos nosotros para que Laudrup nos haga millonarios”, en referencia a sus pases de gol- rebaña una pelota en una disputa con Bakero, se queda con  la pelota y da una asistencia milimétrica, el pase de la muerte,  a Bam Bam Zamorano, que solo tiene que empujar la pelota.  El tercer gol, hizo, que como en Bolsa, ‘el mercado’, en este caso los aficionados, dieran por descontada la victoria y pensarán en cotas mayores, básicamente devolver el cinco a cero de la temporada anterior, una derrota que fue muy amarga.

En el segundo periodo pasaron muchas cosas, pero menos que en la primera. El Barcelona jugó toda la segunda parte con un jugador menos porque el árbitro, Santamaría Uzqueda, expulsó en el 44 de la primera parte al búlgaro Stoichkov, que vio la roja directa por pisar a Quique Sánchez Flores en un lateral.

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Esto dejaba al cuadro catalán casi sin opciones.  El Madrid jugó a placer y en el colectivo merengue resonaba un número: “Cinco, cinco, cinco”.  Pero como suele decir Valdano, antes del segundo gol, hay que meter el primero. Y eso hizo el Madrid. Primero llegó el cuarto, que pudo ser de Zamorano, pero que lo anotó Luis Enrique, que cosas del destino luego sería un tremendo antimadridista desde las filas del Barcelona. Martín Vázquez se hizo un autopase de ensueño, se la puso al punta chileno, que remató al palo. La pelota cayó en los pies de Luis Enrique que solo tuvo que empujarla a gol. Y entonces, como en las grandes noches, el Bernabéu se convirtió en una caldera, empujando de modo descomunal hacia la hazaña.  El cuarto llegó en el minuto 69 y el quinto, a continuación.  Después, al poco de sacar de centro el Barcelona, el Madrid se hace con el esférico, Laudrup cede a Sanchis, que con gran calidad, recordando sus inicios como centrocampista, da un pase milimétrico a Zamorano. El chileno tenía dos opciones: ser egoísta e intentar anotar el cuarto particular o ceder a su socio del alma en el equipo merengue, Emilio Amavisca, que estaba solo. El chileno le dio el pase de la muerte y Amavisca, anotó el quinto.  El Madrid devolvía la manita y la moda del regalo del vídeo de la goleada tomó el puente aéreo para aterriza en Madrid.

Esa campaña, Zamorano fue pichichi y el Madrid ganó la Liga tras cuatro años sin rascar bola en el torneo de la regularidad.  Esa temporada fue la del debut de Raúl, santo y seña del madridismo.