‘Amar es para siempre’: Román y Lola, unidos contra los Quevedo

Una semana más, ‘Amar es para siempre’ nos ha ofrecido unos episodios llenos de emoción y sentimientos. Pronto tendremos que despedirnos de esta mítica serie que, sin duda, ha marcado la historia de la televisión. Pero todavía nos queda mucho por saber sobre los vecinos de la famosa Plaza de los Frutos.

Esta semana ha estado marcada, desde luego, por el trasplante de médula de Malena. Su enfermedad ha conllevado la aparición de determinados conflictos, aunque también ha sido lo que parece haber unido, por fin, a Lola y Román. Resumimos lo que ha ocurrido y avanzamos lo que va a pasar en el capítulo de hoy.

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‘Amar es para siempre’: Elena manipula a Lola

Sólo algo tan grave como la leucemia de Malena podría haber logrado que Elena se acercara a los Gómez. Después de que todos los Quevedo y Chimo se hicieran las pruebas de compatibilidad, Elena tuvo que “humillarse” y pedírselo a Lola. Ella, por supuesto, aceptó de inmediato, pues lo primero es su hija, pero impuso la condición de poder ver a su hija cuando quiera.

Una condición que Elena y Federico decidieron respetar sólo mientras la necesitaran. Ambos han mantenido esta misma mentira ante su hijo Román, quien se ha atrevido a confesar a su madre que sigue enamorado de Lola.

También hemos visto a Román cambiar su actitud con respecto a Chimo tras saber que es su hermanastro. De hecho, ha llegado a proponerle volver a trabajar en Confecciones Quevedo, pero él prefiere quedarse con Crespo. Más tarde sí aceptó ayudar en el taller durante sus ratos libres, con la única intención de estar cerca de Claudia. Algo que ha dado sus frutos, pues ambos sucumbieron a la pasión durante sus horas de trabajo.

Esta semana en ‘Amar es para siempre’ hemos recibido una excelente noticia, y es que Lola es compatible con Malena. Eso sí, Federico y Elena han decidido ocultar la identidad de su donante, diciéndole que es “anónimo”.

Además, hemos visto cómo Silvia, a pesar de aproximarse cada vez más a Quintero, decidió abandonar su casa, dejando al abogado desolado. Poco después Benigna descubrió dónde se alojaba Silvia y trató de convencerla de que volviera, pero no lo logró.

 

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