domingo, 15 diciembre 2024

La COP28 afronta su recta final con el compromiso frente a los combustibles fósiles pendiendo de un hilo

La cumbre de la ONU por el clima (COP28) en Dubái enfila sus horas finales entre enconadas acusaciones de sabotaje, reuniones a deshoras, sudores fríos y negociaciones desesperadas. Las postrimerías de la conferencia se han convertido en un campo de batalla con dos bandos que parecen irreconciliables: los que luchan por un compromiso explícito para extinguir los combustibles fósiles y los que quieren evitarlo a toda costa. Entre estos últimos, paradójicamente, se encuentra el país anfitrión: los Emiratos Árabes Unidos (EAU).

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a la que pertenecen los EAU, ha esperado hasta los últimos compases de la reunión para lanzar su estocada. Preocupado por la amenaza que representa para su negocio, el cártel, a través de su secretario general, el kuwaití Haitham al-Ghais, ha emplazado a los miembros a «poner a salvo sus intereses» frente a las «inaceptables campañas con motivaciones políticas que pretenden poner en peligro la prosperidad y el futuro de nuestros pueblos», vetando cualquier propuesta de pacto en la COP28 que incluya una hoja de ruta hacia el abandono de los combustibles fósiles. Unos días antes, el ministro de Energía de Arabia Saudita, el príncipe Abdulaziz bin Salman, ya había derramado un jarro de agua fría adelantando que el reino no aceptará un acuerdo que establezca siquiera la reducción gradual.

MÁXIMA TENSIÓN EN LA COP28

Un llamamiento al boicot en toda regla, que ha sido contestado con vehemencia por los dignatarios del bloque contrario. La delegación española, personificada en la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha calificado de «repugnante» la postura de la OPEP, acusando a la organización de entorpecer los acuerdos, con el objetivo de que la cumbre «no llegue donde tiene que llegar».

«No estamos hablando de deshacernos de los combustibles fósiles mañana pero, a menos que creemos las condiciones para reducirlos, seguiremos desperdiciando billones de dinero en cosas que dañan nuestro clima, perjudican el desarrollo sostenible y, por supuesto, son bastante injustas», ha denunciado Ribera.

La postura de la ministra es la de la UE y EEUU, y a la sazón la mayoritaria en la COP28. Sin embargo, cada vez son más los delegados que no albergan esperanza alguna en que se adopte un itinerario firme hacia el fin de los hidrocarburos y la contención del calentamiento global. De hecho, no son pocos los que creen que el fracaso de la cumbre comenzó a escribirse con la elección del petroemirato como sede y la designación de Sultan Al Jaber como presidente de la conferencia.

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Sultan Al Jaber, presidente de la COP28

Al Jaber ostenta los cargos de director de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dhabi (ADNOC, por sus siglas en inglés) y el de ministro de industria de los EAU. Las suspicacias que levanta su currículum se intensificaron cuando se filtraron unas declaraciones suyas en las que decía que «no hay ninguna ciencia, ningún escenario, que afirme que la eliminación progresiva de los combustibles fósiles es lo que nos llevará a limitar el calentamiento global a 1,5°».

EL LUNES FINALMENTE EMERGIÓ UN BORRADOR DE ACUERDO, PERO ESTÁ MUY LEJOS DE EXPRESAR UNA FÓRMULA COMÚN DE CONSENSO SOBRE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES

Una opinión cuanto menos contradictoria para el conductor de un encuentro dirigido a encontrar soluciones al cambio climático, que se suma a ciertas investigaciones que apuntan a su intención de utilizar la conferencia para hacer negocios petroleros. En un intento de desmarcarse de la polvareda levantada en torno a su papel de presidente de la cumbre, durante los últimos días ha mostrado una cara más conciliadora, anunciando el pasado domingo que había llegado el momento de «cambiar la marcha» de las conversaciones, en aras de alcanzar objetivos más ambiciosos.

Finalmente, el lunes 11 vio la luz un borrador de acuerdo que incluye vagamente la premisa de avanzar hacia el progresivo abandono de los combustibles fósiles, pero que está muy lejos de fijar una fórmula inequívoca de compromiso para ese fin, y más lejos aún del consenso. A escasas horas de la despedida, que tendrá lugar el martes 12, la posición del ‘bloque OPEP’ parece irreductible, y los anhelos de encontrar un entendimiento se desvanecen minuto a minuto.

A pesar de todo, Simon Stiell, secretario ejecutivo de la ONU para el cambio climático, dijo el lunes por la mañana que «las áreas donde las opciones necesitan ser negociadas se han reducido significativamente», aunque denunció los «innecesarios bloqueos tácticos» y «las minas de tierra» en la última fase de los diálogos. Stiell anunció que la palanca para desbloquear el acuerdo reside en dos cuestiones: «uno, cuán alta es nuestra ambición en la mitigación; y dos, si estamos dispuestos a respaldar esta transición con los medios adecuados de apoyo para llevarla a cabo».

según Global Carbon Project, las emisiones mundiales de dióxido de carbono de la quema de combustibles fósiles aumentarán un 1,1% este año respecto a 2022

Solo dos cuestiones, pero ciertamente complejas; y que además dependen de la búsqueda a contrarreloj de un espacio común entre los países petroleros y el resto del mundo. El domingo, Al Jaber recalcó lo evidente: «Necesitamos encontrar un consenso y un terreno común sobre los combustibles fósiles, incluido el carbón» -dijo en conferencia de prensa- «También tenemos que aceptar las fuentes de financiación y apoyo para la adaptación y una transición justa».

Según diversas fuentes, ahora mismo el principal punto de desencuentro entre los bloques se encuentra en el término que determina el destino del petróleo y el gas en el mercado mundial: phase out (eliminación total) o phase down (decrecimiento). De la cuidadosa elección de palabras en el texto final depende el futuro climático de 8.000 millones de personas. Un futuro que, a tenor de los datos, de momento se presenta sombrío: según Global Carbon Project, las emisiones mundiales de dióxido de carbono procedente de la quema de combustibles fósiles aumentarán un 1,1% este año respecto a 2022, hasta las 36.800 millones de toneladas métricas.


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