Peñafiel y Pimentel rompen el candado de silencio sobre Felipe VI

El confortable silencio mediático que disfrutaban Felipe VI y su mujer, Letizia Ortiz, ha saltado por los aires a cuenta del libro ‘Letizia y yo’, publicado por Jaime Peñafiel, editado por Manuel Pimentel a través de su sello Almuzara, y nutrido por las confidencias de Jaime del Burgo.

Del Burgo asegura que fue novio de Letizia antes de la boda de la periodista asturiana con el jefe del Estado, entre 2002 y 2004 y señala que, posteriormente, se convirtió en amante de la misma entre 2010 y 2011, tal y como hace especulaban hace nueve años en la tertulia rosa de ‘Es la mañana de Federico’, de Es Radio.

El hijo del expresidente de Navarra asegura que su excuñada le envió un mensaje amoroso cuando se encontraba embarazada de su segunda hija: «Amor. Llevo tu pashmina. Es como sentirte a mi lado. Me cuida. Me protege. Cuento las horas para volver a vernos. Amarte. Salir de aquí. Tuya».

Sobre esta presunta relación extramatrimonial, Del Burgo sostiene que Letizia sopesó romper con Felipe VI: «Durante año y medio pensamos y dimos pasos adelante con el objetivo de ser libres, tratamos la cuestión del divorcio, de las niñas, buscamos asesoramiento jurídico, miramos juntos una casa en la Florida que lindaba con Zarzuela donde vivir las etapas que estuviéramos en España».

Y afirma que ha vivido cuatro etapas con Letizia: «1) Relación amorosa, de 2002 a 2004; 2) Amigos y confidentes, de 2004 a 2010; 3) Relación amorosa, duradera y continuada, 2010 y 2011; 4) Como cuñados, de 2012 a 2016».

Su relación sentimental habría terminado «abruptamente después de dos años» en 2011 pese a que Letizia Ortiz le habría prometido que pocos meses después se iba a divorciar de Felipe VI y se iba a instalar con él en Nueva York.

LOS BORBONES, UNA VEZ MÁS

«Los españoles han echado al último Borbón no por rey, sino por ladrón», decía hace más de 82 años Ramón María del Valle-Inclán sobre el bisabuelo de Felipe VI, Alfonso XIII. Este último tomaba el camino al exilio tras atar su destino al de la dictadura de Primo de Rivera y esta falta de olfato parece haber sido heredada por su bisnieto.

El actual jefe del Estado, tal y como señalan las escasas encuestas que publican medios como eldiario.es, es escasamente querido entre los ciudadanos españoles, en general, y en particular los que apoyan en bloque progresista plurinacional que, para enfado de Atresmedia, Vocento, Ábside Media, Unidad Editorial y un ejército de digitales, cuenta con mayoría en el Congreso de los Diputados.

Este desafecto puede deberse al controvertido papel del rey en Cataluña en 2017, cuya crisis pudo contribuir a inflamar con su discurso, y a sus conocidos movimientos contrarios al ‘sanchismo’ por el pacto gubernamental del PSOE con Unidas Podemos en 2020.

Felipe VI no parece ser consciente de que se ha convertido en ídolo de gran parte de Vox, Federico Jiménez Losantos y el bloque más radical del PP, ese que bloquea la renovación del Consejo General del Poder Judicial de forma anticonstitucional pese a su denodado empeño en repartir carnés de constitucionalismo.

El jefe del Estado creyó que siendo más ético que su padre podría ganarse el cariño del pueblo, pero Juan Carlos de Borbón contó con una astucia política que le invitó a acoger bajo su seno a socialistas, comunistas o nacionalistas periféricos.

Felipe VI, por contra, carece de esa transversalidad al no haber sabido tomar prudente distancia en relación con los supuestos patriotas que votan contra las subidas del Salario Mínimo Interprofesional y protestan por el fugado Carles Puigdemont mientras miran para otro lado sobre el exilio del emérito, inmunizado pese a sus fechorías e instalado en una teocracia totalitaria para evitar pagar vía impuestos parte del botín que se llevó de España.

ESTRUENDOSO SILENCIO MEDIÁTICO

La monarquía española, reinstaurada por Franco y ayuna de la legitimidad que otorgan las urnas, se ha llevado una dura cornada tan solo amortiguada por el estruendoso silencio de los mass media españoles, que este lunes callaron tras desatarse el ‘escándalo Del Burgo’ mientras muchos de ellos siguen alentando el ‘tamayazo’ en las Cortes.

La opaca monarquía se ha llevado una sucia y machista cornada, ya que está originada por las presuntas interioridades de doña Letizia que llevan años sobrevolando las redacciones de la Villa y Corte.

El problema para Felipe VI es que había edificado su respetabilidad durante los últimos nueve años en su foto familiar con mujer y dos hijas, que era una instantánea que relucía en contraposición con el tétrico retrato de sus padres, el de su hermana Cristina y excuñado, y el de los ruidosos ‘froilanes’.

SÁNCHEZ PODRÍA NO DESAPROVECHAR EL BOCADO

El PSOE, puntal imprescindible de la monarquía, ya utilizó la crisis de la corona en 2020 para ganar terreno cuando el Estado (vía institucional, judicial o mediática) intentó derribar su Gobierno con Pablo Iglesias. Entonces, Carmen Calvo forzó a Felipe VI a soltar cuerda con Juan Carlos de Borbón.

Pedro Sánchez, con la derecha deslegitimando al Gobierno, bloqueando las instituciones y criticado hasta por Prisa a cuenta de la amnistía, podría volver a utilizar la munición para horadar al jefe del Estado, que vio como su padre cayó por Botsuana y ahora su imagen se puede desplomar por un asunto sentimental voceado por los más radicales ‘antisanchistas’ que no le perdonan que no haya instigado un 23F contra el actual Ejecutivo.

EL CNI

Jaime del Burgo ha denunciado que el servicio español de inteligencia ha ido tras sus pasos: «El día que el CNI desvalijó mi casa de Genthod, a las afueras de Ginebra, en el número 9 de la rue de Village, buscando lo que siempre estuvo y sigue custodiado en una caja fuerte de una institución financiera con la orden expresa de ser entregado al defensor de mi memoria en caso de muerte accidental o prematura, ese día, digo, también me comporté a la vista de toda mi intimidad vilipendiada».

El abogado, en involuntaria parodia de lo que hizo Bárbara Rey en 1997, afirma que guarda las pruebas de su relación de con la reina Letizia, «fotografías, vídeos, móviles, SMS», en una caja fuerte de un banco.

Sea como fuere, el republicanismo español debiera hacerse mirar su papel irrelevante en relación a las crisis de la jefatura del Estado, ya que a Juan Carlos de Borbón lo tumbaron las informaciones de Pedro J. Ramírez surgidas en plena crisis económica, y a Felipe VI le han puesto a los pies de los caballos un exministro de José María Aznar, Manuel Pimentel; un colaborador de El Mundo, Jaime Peñafiel; y un abogado situado ideológicamente a la derecha de Vox, Jaime del Burgo.