sábado, 14 diciembre 2024

La productividad en España desciende un 3,8%, la caída más alta entre los países desarrollados

La productividad de la economía española registró la peor evolución de los países avanzados entre 2018 y 2023. Según la comparativa de los 34 países de la OCDE, la caída de la productividad española, del 3,8% en estos cinco años, contrasta con un aumento medio en los países avanzados del 4,6%. Lo que coloca a nuestra economía cerca de la recesión, algo no previsto de momento en 2024.

Pese a que las grandes economías europeas comparten la problemática de sufrir un descenso de su productividad en los últimos años, esta situación se acentúa en el caso español, registrando un decremento más acuciado que Italia (-0,2%), Francia (-0,5%) o Alemania (-1,7%), y alejándose de la senda de otras economías europeas que sí han obtenido ganancias de productividad desde 2018.

Es el caso de Portugal (4,6%), Dinamarca (5,3%), Suecia (4%) o los países bálticos, que han contado con tasas cercanas o superiores al 10% y que se encontraron en situación similar a la española.

«la empresa española arrastra un problema de productividad que, lejos de mejorar, en los últimos tiempos se está viendo agravado»

A este respecto, la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) advierte de que «la empresa española arrastra un problema de productividad que, lejos de mejorar, en los últimos tiempos se está viendo agravado«. Y es que los números indican que la productividad de las pymes se sitúa en el mismo nivel que en 2015 y un 9,6% más baja que en 2009, después de registrar una caída interanual en el segundo trimestre de este año del -0,7%, último dato disponible hasta el momento.

Aunque el menor tamaño de la empresa española explica buena parte de su menor productividad, las compañías están sufriendo un fuerte aumento de costes que les obligan a destinar cada vez más recursos al margen de la inversión, rúbrica fundamental para mejorar su productividad y que además merma su competitividad de una manera ostensible.

Los costes totales que soportan las pymes se encuentran un 19,3% por encima del nivel de hace dos años, mientras que las ventas registradas sufren una clara desaceleración, situación que marca un estrechamiento de sus márgenes. Entre los costes, destaca el alza sostenida de los costes laborales totales, que acumulan en la pyme ocho trimestres seguidos con crecimientos interanuales de al menos el 5%, algo que no ocurría desde 1994.

Por tamaño de empresa, en el caso de los costes laborales, el alza registrada en el segundo trimestre fue del 12,6% en las pequeñas empresas y del 9,2% en las medianas. La política de subida de los costes laborales se ha visto marcada por alzas continuadas de las cotizaciones sociales durante los últimos cinco años. Desde 2018, las bases mínimas de cotización han crecido cerca de un 50% y las máximas, un 18,5%. Además, por primera vez en 40 años han subido los tipos de cotización, lo que lastra el crecimiento y la productividad de las pymes.

En el mismo periodo en el que el conjunto de la economía española ha registrado la caída de productividad mencionada, el SMI ha subido un 46,8%. Un incremento incluso por encima de la evolución de los precios. De hecho, 30 puntos porcentuales por encima de la inflación. Además, a escala mundial España es el segundo país en aumento nominal del SMI de entre los más avanzados, pese a ser la economía en la que peor evolucionó la productividad entre 2018 y 2023.

Ello sucede en un entorno macroeconómico adverso, en el que las subidas de costes se ven acompañadas de un incremento de gastos financieros y una restricción del crédito, a la par de una ralentización de la actividad que dibuja una recuperación desigual por sectores.

El Estatuto de los Trabajadores señala que las subidas del SMI han de contemplar simultáneamente otras variables como la productividad y la marcha de la economía, así como la evolución de la participación del factor trabajo en la renta nacional y la inflación.


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