Hoy en día, un puerto franco es una especie de depósito de alta gama, generalmente ubicado cerca del aeropuerto. Su principal ventaja es que los objetos de valor que llegan a su almacén se consideran mercancías en tránsito y no están sujetos a impuestos ni aranceles.
Se trata de los puertos francos del arte, espacios sobre los que no rige ninguna jurisdicción, paraísos legales y fiscales con tal cantidad de obras que suman más valor que la mayoría de los museos del mundo. Y, no podrás verlas, porque se mantienen cerrado al público. Es el caso del puerto franco más grande del planeta, situado en el barrio de La Praille de Ginebra (Suiza) y que tiene más de 130 años de vida. Según el último registro, en este almacén había alrededor de 1,2 millones de obras de arte. El Louvre, el museo más amplio de todos, cuenta con algo menos de 500.000.