Pedro Sánchez se ha enterado demasiado tarde del desequilibrio ideológico que sufre el ecosistema mediático español. El presidente del Gobierno pronosticó esta semana que «desde la posición de dominio que tienen las grandes empresas en los grandes medios de comunicación, se va a desatar una campaña, ya se ha hecho, aun más feroz de insultos y descalificaciones».
«Veremos en programas de máxima audiencia a gentes, que solo se representan a ellos mismos, pontificar e insultar sin derecho a la contestación ni a la réplica. Se van a inventar barbaridades, nada es nuevo, porque lo que están haciendo es copiar los métodos de sus maestros norteamericanos», añadió.
Los dardos del socialista provocaron un pitido de oídos a la millonaria pareja conformada por Ana Rosa Quintana y Pablo Motos, símbolos del asfixiante giro conservador que están sufriendo las televisiones autóctonas en los últimos años.
PALOS
AR no se calló. La comunicadora que consigue que nunca se hable del plagio de ‘Sabor a hiel’, su amistad con José Manuel Villarejo, sus derrotas diarias contra Alfonso Arús o los contratos que recibe de la Telemadrid de Isabel Díaz Ayuso cargó contra Sánchez y masajeó a Alberto Núñez Feijóo, que antes del homenaje televisivo saludó a sus cuates Borja Prado y Sandra Fernández, PP en estado puro en la Mediaset antaño de «rojos y maricones».
La ex reina de las mañanas aseguró que «Sánchez, en una absoluta distorsión de la realidad española, usó precisamente el argumentario de Trump punto por punto para acusar a la oposición de hacerlo ellos, de ser trumpistas. Desde hace cinco años le invitamos todas las semanas a que venga a replicar a este programa».
Es cierto que el sectarismo de Sánchez a la hora de dar entrevistas solo a la Cadena SER es tan digno de crítica como su miopía en RTVE, tomada por el PP, que colocaron a peones clave a cambio, prometían, de dejar de bloquear el Consejo General del Poder Judicial.
Es por ello que La 1 está entre el pelotazo de Prisa (‘Días de tele’) y la derecha de Ana Obregón, los ultras de ‘Masterchef’, expertos en publicidad encubierta, o los magos de la ingeniería fiscal, la productora Ganga.
Sánchez aseguró en su investidura de 2018 que manipular un medio público era equivalente a un caso de corrupción. Se le debió olvidar cuando colocó a dedo a Rosa María Mateo para que RTVE siguiese siendo una alfombra de La Moncloa a la que el PSOE renunció. Pero no por dotar a la Corporación pública de independencia, sino para regalársela al PP.
MOTOS
Uno de los profesionales más trabajadores y talentosos de la industria audiovisual española es Pablo Motos, experto en meter la pata con las cosas de comer y, como buen hipersensible, incapaz de practicar la autocrítica.
El presentador de ‘El hormiguero’ lo mismo hace de gañán ante las famosas más atractivas, se ríe de la candidata de Podemos en Valencia y modera un ‘Gato al agua’ supuestamente cómico en el que Juan del Val emula a Eduardo García Serrano.
Motos, molesto con los recados, ha vuelto a invitar sin suerte a Sánchez, que le ha dado calabazas: «Y ahora renuevo la invitación a nuestro presidente del Gobierno, que no quiso atender en las últimas elecciones. Yo estaré encantado de recibirle y darle la hora entera para que replique y diga lo que quiera».
«También te digo, que me parece que si un presidente del Gobierno le pide a una televisión ir, cuesta entre 1 y 3 segundos decirle que sí. Pero bueno, quizás no éramos nosotros y era Wyoming», añadió sin tino.
PRISA
El presidente del Gobierno fio casi todos sus esfuerzos mediáticos en controlar a través de un fondo buitre a Prisa, fragilidad directamente proporcional a su deuda. Pablo Iglesias escribe en Ara que «en cuanto llegó a Moncloa, Sánchez recuperó a sus viejos enemigos y pensó que, como antaño, un grupo Prisa sin Caño y con gente afín a los valores progresistas bastaba para volver para equilibrar la correlación con la derecha.
El exvicepresidente reciclado en analista mediático afirma que el socialista «no piensa que esa correlación mediática se pueda cambiar y además tampoco lo desea. A Sánchez le gustaría regresar a las certezas del mundo bipartidista. Lo que tuvo que hacer tanto para ganar la secretaría general de su partido como para, finalmente, ser presidente del Gobierno, no respondía a una visión propia de lo que debía hacer su partido ni a lo que debería ser España, sino a una coyuntura y a una correlación de fuerzas muy concreta».
ASIMETRÍA
Los principales grupos televisivos en abierto afilan cuchillos contra La Moncloa como premio a que el PSOE, ver para creer, considerase a las filiales de Atresmedia y Mediaset como productores independientes.
En las radios también seguirá la trompetería de COPE, cuya hermana televisiva ha sido rescatada durante años con dinero de la equis de la Iglesia mientras se desatendía a Cáritas. La prensa madrileña en papel también alfombrará el cambio de ciclo junto a la mayoría de los digitales, orillados porque el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid son dos de los principales anunciantes del país.
¿Y Prisa? En algún momento Joseph Oughourlian querrá recuperar los más de 300 millones de euros invertidos y quizá entonces la izquierda sufrirá una orfandad mediática que no se veía en España desde la primera mitad de la década de los 70 del siglo pasado.