Los creadores de ChatGPT quieren regular la Inteligencia Artificial para que no «destruya la humanidad»

La realidad de los nuevos chatbots de Inteligencia Artificial es que son una tecnología cuya implicación no comprendemos del todo. Lo que puede ser terrorífico es que sus creadores tampoco las comprenden del todo como se demuestra al ver que desde la empresa creadora de ChatGPT, Open AI que, en una carta abierta publicada a su página web piden una regulación internacional de estas nuevas aplicaciones similar a la existente en temas de tecnología nuclear. 

«Una guía para inspeccionar sistemas, probar aceptación de los estándares de seguridad y poner restricciones en hasta donde se pueden poner en funcionamiento estos sistemas y los diferentes niveles de alarma», estas son solo algunas de las solicitudes del extenso texto firmado por los dos fundadores de la compañía Greg Brockman e Ilya Sutskever así como el director ejecutivo, Sam Altman. No es poco y es interesante ver como la empresa activa unas alarmas que tienen tiempo sonando desde sectores como el periodismo o la escritura de guiones.

«Es posible que en los próximos 10 años los sistemas de IA superen los niveles de habilidad de los expertos en la mayoría de los ámbitos y sean tan productivas como las grandes corporaciones de la actualidad», se lee en el texto. «En términos de potencial tanto para lo bueno como para lo malo esta ‘superinteligencia’ será más potente que toda tecnología diseñada por la especie. Pueden llevar a un futuro próspero pero debemos manejar los riesgos. Dado que son riesgos existenciales no podemos solo reaccionar», sentencia el texto que es tanto advertencia como nota de prensa sobre las capacidades de su producto. 

Aunque las preocupaciones de Open AI pueden parecer excesivas la empresa no es la única que enciende las alarmas. Los peligros del uso de la Inteligencia Artificial son uno de los temas recurrentes en la huelga de guionistas que enfrenta Hollywood, varios medios de comunicación han compartido la preocupación de sus trabajadores y por las dificultades sociales que puede generar. 

MIENTRAS TANTO SIGUEN NACIENDO NUEVOS PROYECTOS

Más allá de los problemas y peligros avisados la realidad es que todos los días aparecen nuevos proyectos de este tipo de tecnologías. Aunque evidentemente se está aún descubriendo el alcance y las limitaciones de este tipo de tecnologías, lo que de hecho complica la regulación necesaria, proyectos como el chat de Bing creado por Microsoft o el Bard de Google son los competidores más evidentes, pero experimentos como Freedom GPT pueden mostrar lo rápido que este concepto se está reproduciendo. 

Pero los software que generan imágenes, audio o videos también se están reproduciendo y no deja de ser un problema en cuanto a temas de protección de identidad o por los problemas que le genera a diseñadores, animadores y otros profesionales del mundo creativo. Es mucho más posible que la Inteligencia Artificial haga que todo el contenido que vemos sea igual y elimine trabajos en esta área antes de que consiga los códigos nucleares, así que lo lógico sería revisar estos riesgos primero. 

Tampoco tiene sentido cortar del todo el desarrollo, sin contar con que puede llegar a ser imposible, pero pareciera que las preocupaciones de las grandes empresas de estos temas están bastante lejos de las de los profesionales que las usan. En cualquier caso son temas que pueden revisarse en una regulación sería, como la que en efecto se está discutiendo en el caso europeo, y cuya posibilidad tiene al Bard alejado del continente. 

EL FUTURO DE CHATGPT YA SE ESTÁ DESARROLLANDO EN OPENAI

Tras la explosión en popularidad de ChatGPT la empresa ha ido acelerando su desarrollo para superar a los rivales que siguen apareciendo. La versión actual es la más avanzada hasta la fecha, aunque por motivos de seguridad su información aún se mantiene limitada hasta 2021, en teoría para mantener bajo control la información que puede salir de una conversación con la aplicación.

Pero las labores de desarrollo, que puede permitirle sumar imágenes y gráficos a las conversaciones como ya lo hace Bard, siguen en camino. Vale recordar que en cada conversación la plataforma aprende de los usuarios, por lo que solo con el uso del día se hace más útil, aunque también cada vez más peligrosa. Tocará ver los efectos que sigue teniendo a medida que cada vez más personas la usan, e intentan usarla como un atajo en algunas áreas de su trabajo diario. 

No es necesario ser apocalíptico, pero sí que parece importante seguir de cerca el desarrollo de estos reglamentos. Tocará esperar para verlos oficialmente, aunque parece que Europa será el primer superpoder en planteárselo seriamente.

Ernesto Rodriguez
Ernesto Rodriguez
Periodista, entrevistador e investigador de oficio. Amante del cine, la música y Political Junkie. Escribo de empresas de transporte, cultura y sanidad