Noches del Botánico cambia el modelo de negocio de los festivales

Entradas más baratas, una facilidad de acceso a los servicios de restauración importante, los conciertos separados por días, un cartel profundamente ecléctico y un espacio único en la capital. Desde su nacimiento dentro de la propia Universidad Complutense el festival Noches del Botánico ha marcado una diferencia importante frente al resto de los eventos veraniegos de la capital. 

Así lo cuenta, con bastante ilusión su codirector Ramón Martín. Lo cierto es que su formato le permite al festival una identidad doble: Es una serie de conciertos íntimos que el año pasado vendieron en total unas 135.000 entradas (considerablemente más de las que pasan por día en el Mad Cool), número que apuntan a superar en esta edición que cuenta con figuras como Bob Dylan, Andrés Calamaro, Fito Paez y Ariel Rol preparadas para tomar la tarima.

Lo llamativo es presumir de estos nombres con precios mucho menores de los que tienen cuando pasan por otros escenarios. «No queremos ser un festival exclusivo», comenta Martín explicando esta medida, aunque esto obliga a buscar otras estrategias para ser rentables «Realmente dependemos de los servicios, la restauración y de los patrocinadores, con nuestros precios difícilmente podríamos vivir solo de la venta de entradas. Hay artistas que tenemos que su caché es más caro de lo que podemos vender sin poner un precio disparatado», asegura con calma.

Pero la realidad es que el formato permite atraer a los asistentes a estas opciones. El espacio de jardín botánico, descrito por ellos mismos como un «oasis» en la ciudad invita a llegar temprano, tomar o comer algo y pasar el rato antes del concierto. Eso si cuidan mucho evitar las filas infinitas que en ocasiones se materializan magicamente en festivales como el Mad Cool o el Primavera Sound. «Aquí no estamos en un festival donde la gente viene solo a ver al artista», sentencia.

También asumen que su forma de promocionarse, tanto entre artistas como con el público, es muy distinta al de los demás festivales capitalinos, «contamos más en el boca a boca que en la radio, los carteles o la televisión. Es que ya no tiene sentido gastarse demasiado en anuncios, contamos mucho con nuestra reputación», asegura el director.

EMPLEOS Y TURISMO CULTURAL PARA MADRID

Además de ser un espacio cultural que se erige como clave el festival es una fuente de empleo y turismo. «No es un estudio concienzudo, pero por lo que sabemos por algoritmos el 20% del público aproximadamente viene de comunidades fuera de Madrid, y el 8%, en especial cuando tenemos artistas sajones, viene de fuera del país», comenta, aunque no da un monto exacto del dinero que estos visitantes dejan en la ciudad. 

Lo que sí sabe es los empleos que genera. 140 personas trabajan cada día del festival, que cuenta con más de 50 conciertos, 60 durante las semanas de montaje previo además de los 12 que trabajan todo el año y los autónomos que pueden trabajar en sonido u otras actividades. A eso le agrega alrededor de 600 empleos indirectos. Es un dato que presumen con orgullo recordando que, gracias al aumento en el total de conciertos, son más personas que trabajan en el festival. 

NOCHES DEL BOTÁNICO SE ALEJA DE LOS ARTISTAS MASIVOS

El otro punto que les permite este modelo de negocios tan particular es contar con artistas de larga trayectoria, apostando más por nombres míticos, como el propio Dylan o figuras como Ruben Blades, Ariel Rot o Kiko Veneno o bien artistas de culto como Leon Benavente. «No son músicos con un estribillo en la radio y que se olvidan el año siguiente», ironiza Martín. 

Esto además permite, en un momento de crisis inflacionaria como el que enfrenta Madrid, vender entradas. «Creo que en Madrid hay demasiada oferta de ocio y conciertos, quizás más oferta que demanda, no me sorprendería que este año algún evento de una sorpresa negativa», asegura. De momento los números de su propio evento no parecen apuntar a un momento desagradable, pero sí que dependerán de que los asistentes puedan pagar su oferta de alimentos y bebidas previa a los conciertos. 

En cualquier caso en época de Macrofestivales es bueno que haya quien busque un modelo económico y cultural distinto. A estas alturas Noches del Botánico es una referencia de que esto es posible, y quizás si existe el deseo hasta imitable en otras ciudades. Al mismo es importante señalar que culturalmente es clave que haya un espacio que convoque a figuras tan míticas, pero no masivas, como las que figuran en el festival.

Si todo sale bien, como parece, y mantienen la rentabilidad otro año Madrid seguirá contando con este espacio. De cualquier modo la capital sigue mostrando que puede aumentar esta oferta de eventos sin que la mentada burbuja termine por explotar. 

Ernesto Rodriguez
Ernesto Rodriguez
Periodista, entrevistador e investigador de oficio. Amante del cine, la música y Political Junkie. Escribo de empresas de transporte, cultura y sanidad